LA SEQUIA QUE TRAE
BENDICIÓN
Ana María Frege Issa
Este
artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
Acab y
Jezabel fueron de los reyes más crueles que reinaron en Israel. No sólo habían
conducido al pueblo a adorar a dioses ajenos, sino que también habían
implementado el sacrificio de niños.
Ante un
reino tan cruel, Dios necesitaba un varón valiente que llevara su palabra. Así
es como Elías, oriundo de Tisbé de Galaad, se presentó ante los reyes con la
palabra que le había sido revelada y dijo: «Tan cierto como que el Señor
vive, el Dios de Israel —a quien sirvo—, no habrá rocío ni lluvia durante los
próximos años, ¡hasta que yo dé la orden!». (1Reyes 17:1 NTV)
Y después se
dirigió hacia el oriente, de acuerdo al mandato de Dios y se escondió junto al
arroyo de Querit.
Durante el
tiempo que estuvo ahí, los cuervos se encargaron de alimentarlo, le llevaban
pan y carne en la mañana y en la tarde y podía beber del arroyo. Pero, dicen
las escrituras que un tiempo después el arroyo se secó porque no había
llovido.
Nos podrían
asaltar muchas dudas en esta parte del relato: ¿Acaso Elías no estaba bajo la
voluntad de Dios?, ¿No había obedecido a Dios?, ¿Acaso Él lo estaba
abandonando? Si el profeta había dicho que sólo volvería a llover cuando él lo
ordenara, ¿Por qué no dio la orden cuando se secó el arroyo?
Dios no
había abandonado al profeta, Elías estaba bajo la voluntad de Dios,
simplemente no llovió y si bien Elías podría haber remediado este hecho
ordenando que lloviera no lo hizo porque era un hombre temeroso de Dios y él
sabía que esa no era su voluntad.
Muchas veces
nos sentimos así. Actuamos bajo la voluntad de Dios, hacemos lo que nos ordena,
creemos en Él y le somos fieles pero de repente nuestro arroyo se seca y nos
asaltan las dudas. Y no es que hayamos hecho algo mal para que eso nos pase,
simplemente debemos caminar.
Cuando se
secó el arroyo, Dios mandó a Elías a la aldea de Sarepta, donde permaneció por
tres años, y fue justamente el lugar donde hubo más milagros. Dios quería
que el profeta caminara, que saliera del lugar donde había estado siendo
alimentado para poder bendecir otras vidas. Quería usar su vida.
Hay
ocasiones en las que Dios seca el arroyo hasta el cual nos llevó porque
tiene grandes planes para nuestras vidas. Quiere usarnos en otras áreas y
necesita que nos movamos de ese lugar en el que estamos cómodos.
Si no
entiendes tus circunstancias, si crees que has cometido algún error y te culpas
por tu situación actual, detente un momento y medita porque posiblemente Dios
necesita que te muevas para proveer de pan a una viuda o resucitar a su hijo.
“Mis
pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice
el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran
imaginarse. Pues así como los cielos están más altos que la tierra, así
mis caminos están más altos que sus caminos y mis pensamientos, más altos
que sus pensamientos”. Isaías 55: 8,9 NTV
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro
Cristiano “Cristo es la Puerta”
No hay comentarios:
Publicar un comentario