DAR ALGO QUE PERDURE
Extracto del libro
“Familias Con Futuro” Por José Luis y Silvia Cinalli
Devocionaldiario.org
GESTOS DE AMOR
Esta es una historia verídica, de un pequeño niño de
ojos inexpresivos, mirada vidriosa y desenfocada, ropa maloliente, siempre
despeinado, de nombre Carlos Gutiérrez. Sin atractivo, distante. Difícil de
querer, especialmente para su maestra: la Señorita Ana. Su ficha escolar
registraba un pasado tumultuoso:
Primer grado: “Carlos evidencia buen potencial, pero
vive una mala situación en el hogar”.
Segundo grado: “Carlos podría andar mejor. La mamá está
gravemente enferma. Recibe poca ayuda”.
Tercer grado: “Carlos es demasiado serio y lento para
el aprendizaje. La madre murió este año”.
Cuarto grado: “Carlos es muy lento. El padre no
demuestra ningún interés por él”.
Llegó el día del maestro y los niños de la clase de la
Señorita Ana llevaron regalos. Los apilaron y se amontonaron para ver cómo los
abría. Entre los obsequios había uno de Carlitos, envuelto en papel madera y
sujeto con un adhesivo ya usado. Cuando ella lo abrió, descubrió una pulsera
con piedras falsas, la mitad de las cuales faltaba, y un frasco de perfume
barato. Los demás niños se burlaron. Sabiamente, la Señorita Ana se colocó la
pulsera y se perfumó.
Al final del día, cuando los otros niños se habían ido,
Carlos se quedó. Se acercó lentamente al escritorio y, con voz suave, le dijo:
“Señorita Ana, usted huele igual que mi mamá y la pulsera de ella le queda muy
bien. Me alegro de que le hayan gustado mis regalos”.
Cuando Carlitos se fue, la maestra se puso a llorar y
le pidió a Dios que la perdonara por no haber entendido el corazón de este
pequeño. Al otro día, cuando los alumnos regresaron a la clase, la Señorita Ana
se había transformado en otra persona, en un agente de Dios. Ayudó a todos los
niños, pero a los lerdos de una manera especial y a Carlos Gutiérrez de una
manera muy especial. Para fines de aquel año, Carlitos evidenciaba una notable
mejoría. Había alcanzado a la mayor parte de los compañeros y hasta estaba más
adelantado que algunos.
El tiempo transcurrió y por años la maestra no supo
nada de Carlitos. Un día recibió una nota que decía: “Querida Señorita Ana:
Quería que fuera la primera en saberlo, me recibí con el primer promedio. La
Universidad no ha sido fácil, pero me ha gustado. Cariños. Carlos Gutiérrez”.
Cuatro años después: “Querida Señorita Ana: A partir de
hoy soy Carlos Joaquín Gutiérrez, médico cirujano. Quería que fuera la primera
en saberlo. Me caso el mes que viene.
Me gustaría que viniera y se sentara donde se sentaría mi
madre si estuviera viva. Usted es la única familia que me queda. Papá murió el
año pasado. Cariños. Carlos”.
La Señorita Ana fue a esa boda y ocupó el lugar de la
madre. Merecía sentarse allí; había hecho algo por Carlitos que él nunca pudo
olvidar.
PARA PENSAR Y PRACTICAR
Dar amor es recibir amor. No se puede enfatizar un tema
más grande; no se puede proclamar un mensaje más fuerte; no se puede cantar una
canción más bella; no se puede imaginar una verdad mejor que el amor.
Si tuviera que hacer el mejor regalo, ¿qué daría? La
invitación consiste en dar no sólo algo por obligación, sino arriesgarse a dar
algo que perdure. Eso fue lo que hizo la Señorita Ana: entregó de su tiempo, de
su esfuerzo, de su vida. Todos podemos hacer lo mismo, especialmente hacia los
nuestros. Tome ahora de su tiempo para una caricia, para un cumplido, para un
gesto de amor.
Todo acto que con amor realizamos, regresa a nosotros
multiplicado. Cuando hacemos esto imitamos a Dios, quien se dio a sí mismo, no
para que nosotros tengamos una religión, sino descanso; no doctrina, sino amor.
Lectura bíblica: “Sabemos cuánto nos ama Dios porque
hemos sentido ese amor y porque le creemos cuando nos dice que nos ama
profundamente. Dios es amor y el que vive en amor vive en Dios y Dios en él”
(1º Juan 4:16).
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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