NO PODEMOS
APRENDER PACIENCIA SIN TRIBULACIÓN
Fuente: Charles Spurgeon
La Chequera del Banco de la Fe.
Traducción de Allan Roman.
Congregación León de Judá
También nos gloriamos en las
tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia (perseverancia).
Romanos
5:3
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Con todo yo me alegraré en el
SEÑOR, me regocijaré en el Dios de mi salvación. Habacuc
3:18
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Esta es una promesa
en su esencia aunque no lo sea en su forma. Tenemos necesidad de paciencia, y
aquí vemos la forma de obtenerla. Es sólo mediante la práctica que aprendemos a
tener paciencia, de la misma manera que nadando los hombres aprenden a nadar.
No podrían aprender ese arte en tierra firme, ni podríamos aprender paciencia
sin tribulación. ¿Acaso no vale la pena sufrir tribulación con el objeto de
alcanzar esa hermosa ecuanimidad de mente que quietamente se somete en todo a
la voluntad de Dios?
Sin embargo nuestro
texto expresa un hecho singular, que no es de conformidad a la naturaleza, sino
que es sobrenatural. La tribulación en sí y por sí obra petulancia,
incredulidad y rebelión. Es únicamente por la sagrada alquimia de la gracia que
es llevada a obrar paciencia en nosotros. No trillamos el grano para aplacar el
polvo: sin embargo, el flagelo de la tribulación hace esto sobre la era de
Dios. No sacudimos a un hombre para darle descanso, y sin embargo, así trata el
Señor a Sus hijos. Ciertamente esto no corresponde a la manera humana de hacer
las cosas, sino que redunda grandemente para gloria de nuestro infinitamente
sabio Dios.
¡Oh que la gracia me
conceda que mis tribulaciones me bendigan! ¿Por qué habría de querer detener su
agraciada influencia? Señor, yo te pido que quites mi aflicción, pero te
suplico diez veces más que quites mi impaciencia. Precioso Señor Jesús, con Tu
cruz graba la imagen de Tu paciencia en mi corazón.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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