EL KAMIKAZE
Fuente: Ana María
Frege Issa
Este artículo fue
producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
Kamikaze era una palabra que se utilizaba, durante la
Segunda Guerra Mundial, para referirse al piloto de un avión japonés cargado de
explosivos cuya misión era lanzarse sobre el blanco, preferiblemente un barco
de guerra. El impacto del choque suicida
hacía estallar los explosivos con la certeza de dar directamente sobre el
blanco.
Sakaa Kobayashi,
fue designado como piloto suicida y un día, en 1945, cuando ya se
encontraba en la cabina de mando de su
avión, en Tokio, esperando la orden de
despegue para emprender una misión de la que sabía que no había retorno. Los
motores estaban ya calentados, cuando le dijeron desde la torre de control que
Japón se había rendido.
“Me fui a casa abatido y desalentado” dije Kobayashi.
“Mi casa había sido incendiada por las bombas, mi madre y abuela habían muerto.
No había trabajo ni comida”.
Tiempo después, Kobayashi encontró trabajo en una
refinería de petróleo donde conoció a
una joven cristiana que le enseñó el Nuevo Testamento que leía. La muchacha
logró convencer a Kobayashi para que fuera a la iglesia con ella. Él accedió
por simple curiosidad.
El sermón que escuchó trataba de la necesidad de amar a
los enemigos por lo que su interés aumentó. Fue a la iglesia nuevamente y,
milagrosamente, fue salvo.
“Descubrí el júbilo y alegría que sólo Cristo puede
llevar a la vida, y que Él, que hizo
kamikaze por nosotros, nos manda a amar
a nuestros enemigos”.
Dios amó tanto al mundo que mandó a su único Hijo para
que diera su vida por cada uno de nosotros, para salvarnos. Dejó su trono para
dar su vida y salvarnos de una muerte inminente.
“Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto. Y
los otros sacerdotes llegaron a ser muchos, debido a que por la muerte no
podían continuar; mas éste, por cuanto permanece para siempre, tiene un
sacerdocio inmutable; por lo cual puede
también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo
siempre para interceder por ellos. Porque tal sumo sacerdote nos convenía:
santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que
los cielos; que no tiene necesidad cada día, como aquellos sumos sacerdotes, de
ofrecer primero sacrificios por sus propios pecados, y luego por los del
pueblo; porque esto lo hizo una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo”.
Hebreos 7: 22- 27 (NTV)
Cuando Jesús iba a morir en la cruz, pensaba en ti, en
mí, en que su sacrificio nos salvaría de una muerte eterna. Él no escatimó
recursos para mostrarnos su amor y misericordia, al punto de dar su vida misma.
Si en algún momento crees que no vales nada, que eres
un caso perdido o que no hay perdón para lo que hiciste, recuerda que vales
tanto que Jesús hizo el papel de kamikaze y dio su misma vida por ti.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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