jueves, 25 de septiembre de 2014

MINISTERIOS Y MINISTROS

MINISTERIOS Y MINISTROS
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que El los exalte a su debido tiempo. 1 Pedro 5:6
Pero los humildes poseerán la tierra y se deleitarán en abundante prosperidad. Salmos 37:11

Creo personalmente que la iglesia de Cristo necesita más de la acción de buenos ministros que de buenos y muchos ministerios. Sobre todo de ministros humildes. Desde el punto de vista bíblico, el ministro es aquel que dispone su corazón al servicio como respuesta a las instrucciones de Dios de cumplir su voluntad. Ministro no sólo es el pastor, sino también hasta la más sencilla hermana que sirve en la iglesia en cualquiera de sus ministerios.
Mucho se habla de la humildad, pero no hay muchos que la encarnen bíblicamente. Cierta dosis de piedad y de solidaridad hacia los demás de vez en cuando no es suficiente. Por ahí hay mucha gente que no ha tenido una experiencia con Cristo y sin embargo es conocida por su sencillez y entrega sacrificial al servicio de los demás sin esperar nada a cambio. Así que la humildad no es patrimonio exclusivo de los cristianos. Por eso es inconcebible que un cristiano sea soberbio y orgulloso. La presunción y la altivez de espíritu hacen un maridaje perfecto con el endiosamiento. “Porque el Señor es excelso, Y atiende al humilde, Pero al altivo conoce de lejos” (Sal 138.6) ¿Qué es el endiosamiento? Es asumir el rol que sólo le corresponde a Dios. Sus características son nefastas y dejan huellas imborrables en la vida de la iglesia.
Hay también quienes practican la humildad con miras a recibir recompensas en la tierra a cambio de aparentes sacrificios. Son los banqueros de la misericordia, los acróbatas de la gracia. Son aquellos que reman sobre las aguas del reconocimiento que le hacen los demás y se sostienen por la admiración que se granjearon hipócritamente en base a la ingenuidad del prójimo .Son transparentes sin saberlo. Mal entendieron la voluntad de Dios en un fallido intento de hacerla propia para su conveniencia. Confunden la visión de Dios con su propio delirio y se erigen altares de oropel para sentirse bien con ellos mismos. ¡Jamás se humillan! ¿Despojarse a sí mismo?
El pasaje de Filipenses 2.1-11 nos revela el carácter, obediencia y humildad de nuestro Señor Jesucristo, ejemplo de suprema humillación. Si Cristo no se hubiera sometido a la voluntad de Dios despojándose a sí mismo y renunciando a su gloria, la salvación fuera todavía una simple utopía. La obediencia a Dios implica renuncia, la renuncia negación de sí mismo, la negación de sí mismo sacrificio por los demás. No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás. (Fil. 2.2-4 NVI).
El altruismo es el desvelo y la preocupación desinteresada por el bienestar de los demás. El cristiano que tiene arraigado este concepto es esencialmente feliz y sabe lo que es el gozo del Señor. La palabra de Dios nos fue dada para entender nuestra condición a causa del pecado, conocer que la salvación es una necesidad y una prioridad de Dios y para enseñarnos cómo caminar con Cristo confiándole nuestra vida entera y sometiéndonos a su voluntad. En ese caminar con el Señor, el comportamiento y las actitudes hacia los demás definirán nuestros valores, revelarán el testimonio personal – bueno o malo – y pondrán en evidencia si ciertamente estamos siendo “sal de la tierra y luz del mundo”.
La observación sobre la humildad, tomando el ejemplo de Cristo en su humillación para luego ser exaltado por el Padre (Fil. 2), el llamado a ser de un mismo sentir en el Señor, la invitación a dejar de mirar hacia atrás, sino a la meta que es Él y conformarnos en Él, el llamado a la paz y a la unidad entre los creyentes (Fil. 1.27) 4. 9), la preocupación y el amor hacia las personas que ministramos (Fil. 1) y el “ser hallados en Cristo a través de la fe” (Fil. 3.9), son pilares de la vida cristiana para el fiel administrador del dueño de la plata y del oro que desea con todo su corazón realizar un ministerio (servicio) que glorifique el nombre del Señor.

Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.

Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”

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