EL OFICIO DEL MIEDO
Fuente: Benjamín Parra
Este artículo fue
producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
En
el amor no hay temor. Así dice en el Libro. El amor, que todo lo cree, todo lo
sufre, todo lo espera, todo lo soporta, no deja espacio para el miedo. Sin
embargo tenemos miedo: miedo de esperar, de creer, de sufrir, de soportar.
Exactamente lo contrario.
Demasiado
pronto les decimos a las personas que tienen miedo porque han hecho algo malo.
Puede ser. Pero el origen del miedo siempre – casi siempre – es instilado en
nosotros desde el vientre mismo. Aprendemos rápido que el amor tiene
condiciones. Si hacemos esto o aquello, seremos amados. Si no lo hacemos,
seremos desaprobados, rechazados, castigados.
El
miedo es construido en nosotros por imágenes tan primitivas como el viejo del
costal o la del policía que se lleva a los niños desobedientes.
Sigue
creciendo en la escuela, donde al matón o la matona del curso imponen su ley
con la amenaza de que si decimos algo a la maestra o a los padres algo más
terrible nos sucederá.
Ocurre
en las relaciones más simples y adolescentes, donde los chantajes se suceden unos
a otros. Ocurre en los trabajos, donde a veces conservamos el empleo haciendo
pequeñas o grandes concesiones para asegurar lo que tenemos y para lograr algo
más.
Ocurre
en la iglesia. Sí, en la iglesia, donde el oficio del miedo tiene implicaciones
eternas; donde una condena infinita sobrevendrá a quienes osen traspasar los
linderos de la tradición y de la doctrina.
Ya
no es una consecuencia pasajera, una restitución con límites. No. El miedo es
acicateado por la imagen de un castigo fuera de toda proporción, administrados
por los señores que vigilan, que examinan, que juzgan, que portan el reglamento
en donde todo cabe, donde todo está, donde todo entra.
Ocurre
en la vida entera.
Es
casi trágico concluir que lo único que mata el miedo es el amor. La verdadera
libertad vence al miedo para siempre, pero su precio es extremadamente alto. Y
sólo el amor puede estar dispuesto a pagarlo o a hacerlo pagar.
Parece
lejano – pero no inalcanzable – el tiempo en que la verdad nos haga
verdaderamente libres. Ese debería ser el oficio fundamental de la fe y no su
peor defecto.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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