jueves, 11 de septiembre de 2014

¡VAMOS A COMER!

¡VAMOS A COMER!
Por Mimi Greenwood Knight:
Fuente: Giovanna
reflexiones-cristianas.org

El mejor instrumento para acercar más a su familia podría ser sentarse en el comedor de la casa en este momento. ¿Ve esa cosa larga de madera con cuatro patas y sillas alrededor de ella? Sí, es su mesa del comedor.

Si su familia es como muchas, es posible que tenga que quitar una capa de polvo o una pila de papeles antes de que pueda utilizarla. Recoja, entonces, los papeles y rocíela con algún pulimento, porque valdrá la pena.

El protocolo de las comidas en familia

Antes, cenar en familia era la norma, no la excepción. Se encendían las luces de la calle, los niños dejaban de jugar, y se dirigían a casa para comer arroz, frijoles y carne. Allí estaban papá y mamá y el resto de la familia, y aunque no todas las conversaciones durante la cena eran divertidas, era alrededor de la mesa que los hijos llegaban a saber qué creían sus padres.
Allí era donde se transmitía la fe de la familia, donde los niños heredaban los valores de sus padres, y donde podían hablar tanto de los logros como de las frustraciones del día.

Entonces, ¿qué sucedió con esas reuniones por las noches de papá, mamá y los hijos alrededor de la mesa? Las comidas en familia hoy día tienen que competir con actividades después de clases y los asuntos pendientes en casa, los entretenimientos electrónicos, los dos trabajos de los padres, y miles de variables más. Lograr reunir a todos al mismo tiempo y en el mismo lugar puede ser una hazaña monumental.

Hagan la prueba

Entonces, ¿por qué hacer el esfuerzo? Para empezar, porque estudios muestran que los niños que se reúnen regularmente con sus padres alrededor de la mesa, tienen un vocabulario más amplio, sacan mejores calificaciones, y son menos propensos a experimentar con drogas y relaciones sexuales prematrimoniales.
Por otra parte, muchos hogares son como casas de huéspedes cuyos habitantes se cruzan para hacer cada quien su propia actividad. Es hora de detenerse y relacionarse unos con otros. Los hijos tienen hoy un millón de voces que gritan en sus oídos, mensajes que les harían a ustedes encogerse de miedo. Esa mesa olvidada del comedor puede ser el lugar ideal para que ellos escuchen la única voz terrenal a la que prestarán atención por encima de todas las demás —la suya.
A hablar, entonces
Las comidas en familia hacen resurgir la tradición oral, la conversación. Así es. Los expertos en desarrollo infantil dicen que los niños —especialmente los adolescentes— se comunican mejor con sus padres cuando tienen una actividad secundaria que elimine parte de la presión. Untar con mantequilla una rebanada de pan, volver a llenar el vaso de jugo, y servirse un poco de ensalada en el plato, proporciona la distracción perfecta para que ustedes les pregunten cómo les fue en el día, compartir sus creencias y escucharlos, haciendo que sus hijos se sientan lo suficientemente cómodos para abrirse y compartir también sus intereses y preocupaciones.

Una vez que la comunicación se vuelve fluida, ustedes tienen la oportunidad de analizar con sus hijos las experiencias que tuvieron en el día, para ayudarles a tener la perspectiva de Dios y considerar las cosas en un contexto bíblico. No se trata de darles un sermón, ni de tener un devocional familiar, sino de un tiempo para conectarse, animar, exhortar y hacer preguntas sobre todo lo que el mundo les hizo experimentar ese día.
El Dr. Donald W. Welch, profesor de Educación Cristiana y Estudios de la Familia en MidAmerica Nazarene University, compara a momentos como éstos, con hacer depósitos en la cuenta bancaria emocional de un niño. Cuando las cosas se vuelvan problemáticas entre usted y su hijo, o cuando llegue a una edad en que comenzará a alejarse de la familia, el recuerdo de las veces que se sentaron a comer juntos será de inmenso valor. Usted descubrirá que esa experiencia le ayudó a acumular un jugoso “saldo” que puede utilizar.

Decídanse a hacerlo

Mírenlo de esta manera. Las cosas más valiosas de la vida exigen resolución. Su entrenamiento físico, el estudio de la Biblia, el tiempo a solas con Dios, la interacción con su cónyuge, no son por casualidad. Ustedes tienen que reconocerlas como una prioridad, y luego tomar la decisión deliberada de realizarlas. Comer juntos como familia no es diferente. Decidan que esto es importante. Luego, piensen en cómo van a hacerlo.

Para la mayoría de nosotros, comer juntos siete —o incluso cinco— noches a la semana no es fácil cuando tenemos ensayo del coro, lecciones de ballet, fútbol, clases de música y asuntos de la escuela. ¿Por qué no pensar en sólo tres noches a la semana? Ahora bien, coloquen un calendario familiar en un lugar visible, y pida que todos anoten allí sus compromisos semanales. Si al comienzo no pueden reunirse sino dos veces por semana, o incluso una, que cada miembro de la familia se comprometa seriamente a sacar tiempo para cenar juntos los días en que estén disponibles. Sigan después estos consejos para aprovechar al máximo su tiempo juntos:

Esperen. Si alguno en la familia tiene que llegar un poco más tarde a casa, tengan algunas meriendas saludables para comer, hasta que todos estén presente.

Relájense. No conviertan a las comidas en un tiempo para regañar sobre las calificaciones de la escuela, o reñir por las tareas que no hicieron. Mantengan las comidas libres de estrés, relajadas y entretenidas.

Cero electrónicos. Prohíban teléfonos celulares, aparatos de video y cosas semejantes en la mesa. Apaguen el televisor, y dejen que la máquina contestadora grabe los mensajes. El tiempo en familia se convertirá en sagrado sólo si ustedes lo tratan como tal.

Trabajen en equipo. No pongan sobre un solo miembro de la familia la carga de cocinar y limpiar después de cenar. En vez de eso, preparen las comidas juntos, y túrnense las tareas, como servir y limpiar la mesa, y lavar los platos.
Preguntas abiertas. No aburran a sus hijos con veinte preguntas sobre su día. Más bien, compartan el día de ustedes con ellos, y anímenlos a hacer preguntas para conseguir que ellos también lo compartan.
Escuchen activamente. Nuestros hijos rara vez dicen lo que está en sus mentes cuando nosotros queremos. Cuando ustedes sienten que no están consiguiendo nada, ese es el momento que ellos deciden hablar. Sepan cuándo hablar y cuándo callarse y escuchar.
Enseñen, no prediquen. Sí, las comidas en familia son un buen momento para enseñar modales en la mesa, pero háganlo de una manera relajada y divertida. Una idea es susurrar “malos modales” en el oído de cada persona, para representarlos esa noche, y dejar después que el resto de los miembros de la familia traten de identificarlos en los demás. Se sorprenderá de lo que aprenderán los niños viendo hacer algo de manera incorrecta.
Sean creativos. Túrnense para preparar un postre favorito, o para escoger un tema de conversación para la noche. O pida que cada uno diga una cosa agradable acerca de cada uno de los que están en la mesa, incluidos ellos mismos.

Sean flexibles. Si los niños tienen ideas en cuanto a cómo les gustaría hacer algunas cosas, estén abiertos a sus sugerencias.

Simplifiquen. Las comidas no deben ser especiales o formales. Usen platos de cartón y servilletas de papel si no les gusta limpiar. Cuando lo único que pueden llevar es una pizza, o si es más fácil salir a cenar, háganlo.

Tengan el tiempo en familia en cualquier momento. No tiene que ser en la hora de la cena. Planeen un desayuno-almuerzo un sábado, y un almuerzo un domingo.

Manténgase firmes. Declaren que las comidas juntos son una prioridad, aunque eso signifique competir con entrenadores deportivos y otros adultos que planeen actividades después de clases, que interfieran con el tiempo en familia.

Hagan de las comidas en familia su nuevo proyecto favorito. Esperen oposición al comienzo, sobre todo si comer juntos no ha sido una prioridad. Pero sospecho que una vez que ustedes y el resto de la familia se den cuenta de los lazos y los recuerdos felices que pueden crearse alrededor de la mesa del comedor, la hora de la comida con su familia se volverá pronto en el momento preferido del día.

Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”

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