CÓMO DEBEMOS ORAR: TRES MODELOS 1
Extracto del libro
“El Ministerio de Oración de la Iglesia”
Por Watchman Nee
Publicado por:
Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org
Pasaje Clave: Mateo 6: 5-15.
Por lo general, de continuo hacemos hincapié en que las
oraciones reciben contestación. Sin embargo, el Señor Jesús pone énfasis en que
las oraciones reciben recompensa. ¿Cómo lo sabemos? Porque la palabra “recompensa”
que se usa en el versículo 5 es la misma que se utiliza en el versículo 2 con
respecto a las limosnas, y en el versículo 16 con al ayuno. Si la recompensa es
la contestación a la oración, ¿entonces qué significa dicha palabra en relación
con las limosnas y con el ayuno? A juzgar por el contexto, la recompensa aquí
se refiere a la que se obtiene en el tiempo del reino. Aquí se nos indica que
la contestación a la oración es secundaria, mientras la recompensa de la
oración es primaria.
Si nuestra oración está de acuerdo con la mente de
Dios, no sólo será respondida, sino que también será recordada en el futuro, en
el Tribunal de Cristo, para su recompensa. Y por tanto, la oración que se menciona
aquí nos impartirá justicia, así como nos da respuesta hoy. En otras palabras,
nuestra oración de hoy es nuestra justicia. Sin embargo, la justicia de la
oración no se obtiene orando descuidadamente, sin piedad, habitualmente ni
impropiamente. Por el contrario, el Señor nos enseña aquí que no debemos imitar
las oraciones de dos clases de personas. Y también nos enseña una oración
modelo.
1. NO COMO LOS HIPÓCRITAS.
“Y cuando ores -dice el Señor-, no seas como los
hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas
de las calles, para ser vistos de los hombres”.
La oración es, en primer lugar, comunión con Dios para
la manifestación de la gloria de Dios. Pero esos hipócritas usan la oración que
debe glorificar a Dios para glorificarse a sí mismos; en consecuencia, les
gusta orar en las sinagogas y en las esquinas de las calles. Actúan de este
modo para ser vistos de los hombres, puesto que las sinagogas y las esquinas de
las calles obviamente son lugares públicos donde se reúne la gente. No oran
para que Dios los oiga, sino para ser vistos de los hombres. Se proponen
manifestarse ellos mismos. Tal oración es excesivamente superficial. No puede
considerarse como una oración a Dios, ni como una comunión con Él. Puesto que
el motivo de tal tipo de oración es recibir la gloria de los hombres, no está
registrada delante de Dios y, por tanto, no obtendrá nada de Él. Ya han
recibido su recompensa en la alabanza de los hombres, y por lo tanto no serán
recordadas en el reino venidero.
¿Entonces cómo debemos orar? El Señor continúa: “Mas
tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que
está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público”.
La palabra “aposento” es figurada en este caso. Así como las “sinagogas” y las
“esquinas de las calles” sirven para representar lugares públicos, así el
“aposento” representa un lugar oculto. Ciertamente uno puede hallar un aposento
aun en las esquinas de las calles y en las sinagogas, o en un camino abierto
así como en un automóvil. ¿Por qué? Porque un aposento es un lugar donde usted
tiene comunión con Dios en secreto, y en el cual no despliega su oración a
propósito. Las palabras “entra en tu aposento, y cerrada la puerta” significan
cerrar la puerta para que el mundo quede afuera y nosotros quedemos adentro. En
otras palabras, debemos descartar todas las voces de afuera, y callada y
silenciosamente orar a nuestro Dios.
(CONTINÚA…)
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