ELEGIDOS
EN CRISTO
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
Él se dio a sí mismo por
nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y purificar para sí un pueblo
peculiar, celoso de buenas obras. Tito
2:14
|
||
Los haré pasar bajo la vara y
los haré entrar en el vínculo del pacto. Ezequiel
20:37
|
Es hermoso despertar
y sentirse en los brazos del Señor, escondido en su amor, rescatado de la
religiosidad exhibicionista, elegido para ser parte de su alianza para la
eternidad. Tendremos que pasar por debajo de su vara (Ezequiel 20.37) pero
valdrá la pena si hemos sido elegidos.
Si quiere escuchar un
hermoso himno de alabanza de la autoría de Dios y cantado por Pablo
especialmente para Ud., dedique un breve tiempo a leer Efesios 1.3-14. Recuerde
que sólo a quienes desean ardientemente conocer a Dios, les serán reveladas la
verdad y la justicia a través de su Palabra (Ro 1.17).
Interprétese alabanza
como celebración. Dios nos celebra aun siendo imperfectos y frágiles. Nos vio
desde la eternidad y nos escogió para la eternidad y en su soberanía nos
bendijo en Cristo y nos afirmó en Él para ser parte de su asamblea, de su
iglesia, un pueblo separado para su gloria. “Nos escogió en él desde antes de
la fundación del mundo” (Efesios 1. 4). Todas las bendiciones de Dios para sus
hijos comienzan con esa elección. El comienzo de disfrutar de los beneficios de
esa elección, parte de la salvación en Cristo. ¿No es un privilegio ser parte
del pueblo de Dios?
¿Sabías que eras un
elegido de Dios en Cristo? No te asombres. Celebra esa condición inmerecida que
el Señor te dio desde que lo dejaste entrar en tu casa. Ni te jactes. Tus
méritos no fueron motivo de tu elección, si no su soberanía divina y la sangre
del Cordero de Dios “que quita el pecado del mundo” (Juan 1.29). Los elegidos
deben responder en gratitud y la gratitud debe reflejarse en el testimonio de
una vida redimida que sólo anhela la gloria de Dios.
Así lo hizo Pablo.
Cuando medito en el asunto de la elección divina en Cristo, no puedo dejar a
Pablo afuera. El pecador que asolaba a la iglesia, el fariseo convencido, el
corazón que aprobó el linchamiento de Esteban apedreado por la multitud (Hechos
8. 1-3). O a Migdalia, una hermana de la fe, quien escupía al suelo con
repugnancia cada vez que pasaba por el frente de la iglesia y blasfemaba de
Cristo a voz en cuello. Ambos renacidos por la gracia de Dios con la diferencia
de dos mil años, porque Él no ha cambiado sus criterios de elección. “…Dios me
había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia…” (Gálatas
1.15).
La plenitud de vida en Cristo derrumba los excesos
y edifica los muros de la santidad. Somos dichosos y tenemos promesas de una
hermosa bienaventuranza: “Cuán bienaventurado es aquel que Tú escoges, y
acercas a Ti, para que more en Tus atrios. Seremos saciados con el bien de Tu
casa, Tu santo templo” (Sal 65.4).
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
No hay comentarios:
Publicar un comentario