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Fuente: Mensajes Cristianos.net
¿Cómo resucitan los muertos? ¿Y con qué
clase de cuerpo vienen?
Amados,
ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que habremos de ser.
Pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a El porque le
veremos como Él es.
Y
tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del
celestial.
Nuestra
ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un
Salvador, el Señor Jesucristo, el cual transformará el cuerpo de nuestro
estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio
del poder que tiene aún para sujetar todas las cosas a sí mismo.
Jesús
se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. Pero ellos,
aterrorizados y asustados, pensaron que veían un espíritu.
Se
apareció a Cefas y después a los doce; luego se apareció a más de quinientos hermanos
a la vez, la mayoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen;
Si
el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en
vosotros, el mismo que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos, también
dará vida a vuestros cuerpos mortales por medio de su Espíritu que habita en
vosotros.
I Co. 15:35 I
Jn. 3:2 I Co.15:49 Fil. 3:20,21 Lc.
24:36,37 I Co. 15:5,6 Ro. 8:11
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Es
inevitable que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel por quien vienen!
…a éste, entregado
por el plan predeterminado y el previo conocimiento de Dios, clavasteis en
una cruz por manos de impíos y le matasteis.
Entonces le
escupieron en el rostro y le dieron de puñetazos; y otros le abofeteaban,
diciendo: Adivina, Cristo, ¿quién es el que te ha golpeado?
De igual manera,
también los principales sacerdotes, junto con los escribas y los ancianos,
burlándose de Él, decían: A otros salvó; a sí mismo no puede salvarse. Rey de
Israel es; que baje ahora de la cruz, y creeremos en El.
Porque en verdad,
en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, juntamente con
los gentiles y los pueblos de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien
tú ungiste, para hacer cuanto tu mano y tu propósito habían predestinado que
sucediera.
Ciertamente El
llevó nuestras enfermedades, y cargó con nuestros dolores; con
todo, nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y afligido.
Sal.
69:26 Lc. 17:1 Hch. 2:23 Mt.
26:67,68; 27:41,2 Hch. 4:27,28 Is. 53:4
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Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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