NO PELEES CON ÉL, TODAVÍA NO 2
Por Alejandra
Stamateas
Publicado por:
Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org
CONTINUEMOS.
Cada vez que pienses que algo se está muriendo en tu
vida, tienes que usar una fe radical. Esta mujer pensó: “Ya está muerto, así
que lo que me queda es tener una fe profunda para que pase algo”. ¿Alguna vez
dijiste: “Perdido por perdido… ¡me la juego!”? Eso es lo que tienes que hacer
cuando las cosas se ponen difíciles en tu vida: jugarte toda la fe y decir
“¡Esto recién comienza!”. La esperanza no te va a avergonzar. ¡Jugarte toda tu
fe en que Dios te va a traer la mejor victoria!
2. ACTIVAR LA INTUICIÓN ESPIRITUAL.
La intuición es una inteligencia que tenemos todos los
seres humanos y se pone de manifiesto cuando de pronto puedes resolver un
problema usando una inteligencia que no sabías que tenías. La intuición es
información que fuiste acumulado a lo largo de tu vida, y cuando viene
determinada situación la traes a tu mente y resuelves el problema. Frente a
circunstancias complicadas tienes que lograr usar tu intuición espiritual. Para
hacerlo, tenéis que irte atrás en tu vida, tenéis que recorrer la historias de
amor que tenéis con Dios, tenéis que recordar todas las bendiciones y los
milagros que el Señor hizo en algún momento de tu vida con tus hijos, con tu
familia, con tus finanzas, con tu salud, y entonces sabes que si Dios lo hizo
antes, también lo va a volver a hacer ahora.
Tener intuición espiritual es decir: “Si Dios estuvo en
mi pasado, Él va a estar en mi futuro. Es por esta razón que a Dios le importa
tanto que tengamos recursos de bendición archivados en nuestra mente
espiritual, porque Su carácter no cambia, y Su carácter es bendecirnos. ¡Si lo
hizo una vez, Él lo hará nuevamente!
En la historia de la mujer a la que se le había muerto
su hijo hubo una cadena de recuerdos espirituales. Al momento de morir, el niño
estaba en el campo, con su papá. Cuando vio caer muerto a su hijo, este hombre
pensó: “Yo he visto a mi esposa tener fe. Esto le corresponde a ella”, y
rápidamente le pidió a sus sirvientes que le llevaran el niño a su esposa. El
hombre tenía en su archivo mental todas las situaciones en que su esposa había
usado exitosamente su fe. Por su parte, la madre del niño tenía en su archivo
espiritual el recuerdo de todos los milagros que el profeta le había narrado,
por lo que decidió ir a buscar a Eliseo. Cuando el profeta llegó, tomó al niño,
lo puso delante de Dios y le oró al Señor. Eliseo recordaba que Dios era un
Dios de milagros que podía resucitar muertos, y ciertamente, el Señor resucitó
al niño muerto. Todos en esta historia fueron a su archivo espiritual y en el
archivo espiritual y encontraron más bendición, más presencia de Dios.
Otra historia bíblica narra que Lázaro había muerto y
María y Marta estaban terriblemente angustiadas. Estas mujeres habían perdido
toda su esperanza, pero vino Jesús y les dijo algo extraño: “Muéstrenme dónde
lo enterraron”. Lo que el Señor les estaba diciendo era: “Muéstrenme dónde
perdieron la fe, en qué momento pensaron que todo había terminado, dónde
enterraron su esperanza”. ¿Dónde enterraste vos tu fe, tu esperanza de sanarte,
de ver a tu familia restaurada, de recuperar tus finanzas?, ¿en qué momento
alguien te hizo perder la esperanza y enterrar ese sueño? Cuando Jesús llegó
donde estaba enterrado Lázaro, dijo: “Muevan la piedra del lugar, porque por
esa piedra estas mujeres no pueden creer en el milagro”. ¿Cuál es la piedra que
pusiste en tu mente y que te hizo cerrarte a todo, dejar de creer en vos mismo,
en los demás y en Dios? Apenas hubieron corrido la piedra que les impedía
creer, Marta y María vieron el milagro que las estaba esperando.
David era un hombre que sabía lo que era la esperanza.
Él era el hijo menor de una familia y era considerado el más débil. Nadie lo
consideraba para nada y lo mantenían alejado de todas las situaciones y
problemas. ¿Alguna vez te dijeron: “No te involucres en esto, eres demasiado débil,
no te da la cabeza, no tienes estudio, no entiendes nada”? Esto era lo que le
pasaba a David. Sin embargo, él no esperó a que llegara su momento, no dijo:
“Algún día se van a dar cuenta de quién soy”. En el lugar donde estaba, él se
dedicó a creer. Eso mismo es lo que nosotros tenemos que hacer: allí donde hoy
estamos tenemos que creer para recuperar la esperanza.
(CONTINÚA…)
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