CÓMO DEBEMOS ORAR: TRES MODELOS 2
Extracto del libro
“El Ministerio de Oración de la Iglesia”
Por Watchman Nee
Publicado por:
Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org
CONTINUEMOS.
“Ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve
en lo secreto te recompensará en público”. ¡Cuán consoladora es esta palabra!
Para orar al Padre que está en secreto se necesita fe. Aunque usted no sienta
nada exteriormente, usted cree que está orando al Padre que está en secreto. Él
está en secreto, fuera de la mirada de los ojos humanos, sin embargo, también
está realmente allí. Él no menosprecia la oración; está allí observando. Todo
esto indica cuán atento es Él a nuestra oración. No sólo está observando.
Incluso va a recompensarnos. ¿Puede usted creer esta palabra?
Cuando el Señor dice que “recompensará”, ciertamente
recompensará. Él está presente para garantizar que la oración que se hace en
secreto no será en vano. Si usted realmente ora, Él ciertamente lo
recompensará. Aunque no parezca que hay ninguna recompensa hoy, vendrá un día
cuando usted será recompensado. ¿Es su oración capaz de resistir el escrutinio
de su Padre que está en secreto? ¿Cree usted que el Padre que está en secreto
lo recompensará?
2. NO COMO GENTILES.
El Señor no sólo nos enseña a no exhibirnos a nosotros
mismos, sino que también nos instruye: “Y orando no uséis vanas repeticiones,
como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos”. La expresión
“vanas repeticiones” significa en griego repetir monotonías a la manera como
habla un tartamudo.
Cuando oran, los gentiles repiten la misma palabra
monótonamente. Tal oración es sólo sonido, pero sin significado. Cuando uno
pasa cerca para oír la oración de ellos, oirá un sonido monótono y repetido
como si estuviera cerca de una corriente y oyera el murmullo del agua contra
las rocas, o como si fuera por una carretera llena de guijarros y oyera el
interminable ruido de las ruedas del coche sobre ella. Los gentiles entonan las
mismas palabras muchas veces. Piensan que serán oídos por su palabrería. Sin
embargo, tal oración es vana e ineficaz. No debemos orar de esa manera.
Por esta razón, cuidémonos de que las palabras de sus
oraciones en un culto de oración no estén desprovistas de significado. Cuando
alguno ora, y usted no dice amén, tal persona lo acusará de no ser de un mismo
sentir. Sin embargo, si usted dice amén a la oración de ese individuo, él usará
esa palabra repetidamente. Su oración no está gobernada por la abundancia del
corazón, sino por el grado de fervor que lo sostiene. No dice la oración con el
fin de liberar una carga interna, sino para terminar un discurso. Muchas son
las oraciones hechas por los hombres; muchas son las expresiones que sobrepasan
al corazón. Repito que tal oración es como el sonido del murmullo del agua
contra la roca, o como el ruido de las ruedas del carruaje sobre la carretera
de guijarros. Tal oración tiene sonido, pero no tiene significado. No debemos
orar así.
“No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro
Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros la pidáis”. Este
versículo nos muestra que depende de nuestra actitud delante de Dios, como
también de nuestra necesidad real, el que nuestra oración sea oída por Dios o
no. No depende de nuestras muchas o pocas palabras. Si lo que pedimos no es lo
que necesitamos, nuestra oración no será contestada, por más que pronunciemos
muchas palabras. El pedir sin necesidad revela avaricia; eso es pedir
equivocadamente.
Dios suplirá con mucho gusto lo que necesitamos, pero
no está dispuesto a satisfacer nuestros deseos egoístas. ¡Cuán necia es la
actitud de algunos individuos que dicen que ellos no necesitan orar, pues Dios
conoce todas sus necesidades! Porque el propósito de la oración no es el de
notificar a Dios, sino el de expresar nuestra confianza, nuestra fe, nuestra
esperanza y el deseo de nuestro corazón. Por esto, debemos orar. Sin embargo,
en nuestra oración el deseo de nuestro corazón debe exceder a la palabra de
nuestros labios, y la fe debe ser más fuerte que la palabra.
(CONTINÚA…)
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