EL RUEGO DE UN ADOLESCENTE
Fuente:
Renuevo de Plenitud.com
Cuando
te pido que me escuches y comienzas a darme consejos, no has entendido lo que
te pedí.
Cuando
te pido que me escuches y comienzas a decirme por qué no debo sentirme de tal
manera, pisoteas mis sentimientos.
Cuando
te pido que me escuches y sientes que debes hacer algo para resolver mi
problema, me has fallado, aunque te suene raro.
¡Escucha!
Lo
único que te pedí fue que me escuches. Y no hables o hagas algo, solo
escúchame.
Yo
sé valerme por mí mismo. No soy un inútil. Cuando haces algo por mí, que yo
mismo puedo y debo hacer, contribuyes a mis sentimientos de temor e
insuficiencia.
Pero, cuando aceptas como
un simple hecho lo que yo siento, sin importar cuán irracional parezca,
entonces puedo cesar de intentar convencerte y dedicarme a comprender lo que
hay detrás de tales sentimientos irracionales.
Y
cuando esté claro, las respuestas son obvias.
Quizás
esta es la razón por la que es tan eficaz la oración; porque Dios escucha en
silencio.
Eclesiastés 3:1,7
Todo tiene su tiempo…tiempo
de callar y tiempo de hablar.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro
Cristiano “Cristo es la Puerta”
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