LA ARMADURA DE DIOS EN LA LUCHA DIARIA DEL CRISTIANO
Autor:
Gustavo Mata
sitiodeesperanza.com
Una
de las frases que más han impactado en vida, es la que escuche de un Pastor
evangélico hace varios años quien decía que “la felicidad de un cristiano, no
depende de las circunstancias sino de una continua y completa comunión con
Dios”, en realidad esta frase aduce a una verdad absoluta, pues la paz interior
solo se obtiene como resultado de esa comunión con Dios sin importar los
problemas del mundo exterior; sin embargo no es muy frecuente que los
Cristianos que saben de la importancia de mantener una comunión cerrada con
Dios lo hagan así y esto se debe en gran manera a que se vive en pecado, aunque
muchas veces no nos damos cuenta de ello.
Uno
de los engaños favoritos de Satanás es hacernos creer que el pecado no trae
mayores consecuencias, pues adicionalmente tenemos un Dios rico en paciencia y
misericordia.
Es
un error pensar que seremos libres de las consecuencias del pecado, la Biblia
dice en Gálatas 6:7-8 “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará.
Porque el que siembra para su carne, de la
carne segará corrupción; más el que siembra para el Espíritu, del Espíritu
segará vida eterna.”
No
obstante esto cuando se vive en pecado, se mal entiende la misericordia de Dios
suponiendo que el Señor aprueba nuestra vida pecaminosa ya que pese a nuestra
actitud, seguimos viendo la provisión de Dios en nuestra vida con el trabajo,
el alimento, la salud, etc.
Hay
quienes de forma por demás flagrante desobedecen a Dios: no se congregan, no
meditan las Escrituras, no aman a sus cónyuges, no obedecen a sus padres,
practican el adulterio, la mentira, no son mayordomos de los bienes que Dios
les da, buscan el yugo desigual, no confiesan a Cristo y no tienen a Dios en el
primer lugar de sus vidas, y pese a esto, suponen que están bien delante de Dios.
El
Espíritu Santo a través del escritor de la carta a los Hebreos, dice que Dios
disciplina a todo aquel que recibe por hijo (Hebreos 12:6), por lo tanto muchas
veces al notar que esa disciplina no llega, suponemos que estamos bien, que
Dios acepta y aprueba eso que hacemos y que sabemos perfectamente que es
pecado.
Si
bien es cierto que la tentación puede provenir de Satanás, también lo es que
nosotros mismos podemos propiciarla, Santiago escribe “14.......cada uno es
tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido.
15
Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el
pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.
16Amados
hermanos míos, no erréis.” (Santiago 1:14-16).
Muchas
veces he escuchado que algunos piensan que Dios prueba a sus hijos a través de
las tentaciones, sin embargo la Biblia enseña que “13Cuando alguno es tentado,
no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por
el mal, ni él tienta a nadie” (Santiago 1:13)
En
buena medida, el suponer que una vida de comunión con el mundo no afecta
nuestra comunión con Dios, es un error fatal, seguir el sistema de valores del
mundo, impide que mantengamos nuestra pureza ante Dios “no erréis, las malas
conversaciones, corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15:33).
Quien
pretende agradar al mundo, no puede agradar a Dios, “4¡Oh almas adúlteras! ¿No
sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que
quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. 5¿O pensáis que la
Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos
anhela celosamente?” (Santiago 4:3-5)
Sin
embargo lamentablemente los cristianos modernos le damos más tiempo a nuestras
actividades seculares, a la TV, a los amigos, durante 5 o 6 días a la semana,
que a Dios a quien le otorgamos un poco de tiempo durante el domingo y
pretendemos que nuestras vidas no se vean afectadas por la influencia del
mundo.
Para
vivir una vida de victoria, una verdadera comunión con Dios, debemos aprender a
caminar en el Espíritu tal y como Jesucristo lo hizo y para ello es
indispensable entender y reconocer que los hijos de Dios estamos en lucha
constante día a día contra huestes espirituales de maldad, “12Porque no tenemos
lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra
los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de
maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12) si usted piensa que Satanás no
ruge alrededor suyo buscándole devorar cada día, es porque quizá usted vive
derrotado.
Si
en su diario vivir no lucha contra las tentaciones o ya ni siquiera las
detecta, es muy probable que esté viviendo en pecado sin darse cuenta o quizá
no es hijo de Dios, pues no hay cristiano verdadero que se escape de la lucha
diaria contra las huestes de maldad; si por su mente no cruza la idea de la
realidad del lago de fuego al que se condena por la eternidad cientos de miles
de personas día a día a quienes Satanás arrastra consigo y usted supone que se
ha librado por ser hijo de Dios, aun viviendo en pecado, permítame recordarle
las Palabras de Cristo que dijo: “¿Porque me llamáis Señor, Señor si no hacéis
lo que yo os digo? (Lucas 6:46) “21No todo el que me dice: Señor, Señor,
entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos. 22Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre
hicimos muchos milagros? 23Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos
de mí, hacedores de maldad.” (Mateo 7:21).
Pablo dijo, “el que crea estar firme, mire que
no caiga” (1 Corintios 10:12). La salvación no se pierde, lo que sucede es que
muchos creen ser salvos sin serlo.
Hermanos
míos, para caminar en el Espíritu y estar preparados para la lucha día a día
hasta que Dios nos llame a su presencia es necesario conocer y vestirnos de la
armadura de Dios que se describe en Efesios 6:14-18 “Estad, pues firmes,
ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestíos con la coraza de justicia,
calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.
Sobre todo tomad el escudo de la fe, con el
que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la
salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios; orando en todo
tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando con ello con toda
perseverancia y súplica por todos los santos”.
Es
tiempo de ponerse a cuentas con Dios, apartarse del pecado y día a día, iniciar
la jornada en oración vistiendo de la armadura de Dios.
Dale
más tiempo al Señor cada día, ocúpate de tu salvación con temor y temblor, vive
una completa y continua comunión con Dios cada día y disfruta de la paz genuina
que solo Dios te puede dar.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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