LA MUERTE DE JESÚS
Fuente:
Raúl Irigoyen
Renuevo
de Plenitud.com
A
los 33 años, Jesús fue condenado a la muerte.
En
ese momento, la crucifixión era la “peor” muerte. Solo los peores criminales
eran condenados a ser crucificados.
Sin
embargo, fue aún más terrible para Jesús ya que, a diferencia de otros
criminales condenados a muerte por crucifixión, Él fue clavado a la cruz por
sus manos y pies, en vez de atado.
Cada
clavo tendría entre 6 y 8 pulgadas de largo. Los clavos eran insertados en sus
muñecas, no en sus palmas como se muestra comúnmente.
Hay
un tendón en la muñeca que se extiende hasta el hombro. Los guardias romanos
sabían que cuando los clavos atravesaban la muñeca, ese tendón se desgarraba y
rompía, forzando a Jesús a utilizar los músculos de su espalda para apoyarse
para poder respirar.
Sus
dos pies fueron clavados juntos. Por lo tanto, Él fue forzado a apoyarse sobre
un solo clavo que aprisionaba sus pies a la cruz.
Jesús
no podía apoyarse sobre sus piernas por mucho tiempo debido al dolor por lo que
estuvo forzado a alternar entre arquear su columna y usar sus piernas para
seguir respirando.
Imagínense la lucha, el dolor, el sufrimiento,
el valor. Jesús soportó esta realidad por más de tres horas.
Unos
minutos antes de morir, Jesús dejó de sangrar. Simplemente estaba derramando
agua por sus heridas. De las imágenes comunes, vemos heridas en sus manos y
pies y aún la herida de la lanza en su costado. ¿Pero recordamos las muchas
heridas infligidas a su cuerpo?
Un
martillo insertando grandes clavos a través de sus muñecas, los pies
traslapados y un clavo insertado a través de los arcos, entonces un guardia
romano traspasando su costado con una lanza.
Y antes de los clavos y la lanza, Jesús fue
azotado y golpeado. Los azotes fueron tan severos que le arrancaron piel de su
cuerpo. Los golpes tan horríficos que su rostro fue desfigurado y su barba
arrancada de su barbilla.
La
corona de espinas (con espinas de dos a tres pulgadas) ahincada sobre su sien.
La mayoría de los hombres no habría sobrevivido tal tortura.
No
tenía más sangre que derramar, solo agua fluía de sus heridas.
Todo
esto sin mencionar la humillación que pasó tras cargar su propia cruz por casi
dos kilómetros mientras la multitud le escupía el rostro y le lanzaba piedras.
La pieza transversal de la cruz pesaba casi 30 Kg, a la cual sus manos fueron
clavadas.
Jesús
tuvo que soportar esta experiencia para que nosotros pudiésemos tener acceso
libre a Dios. Para que nuestros pecados fuesen “lavados”… ¡todos ellos, sin
excepción!
¡Jesucristo
murió por ti!
Fuente:
www.AllWorship.com
Hoy,
por la celebración de la Semana Santa, les envío una reflexión que nos llegase
en estos días en la que se describe la muerte de nuestro Salvador. Me resulta
curioso que en una de las televisoras estarán proyectando una película titulada
“¿Quién mató a Jesús?”. Aunque no conozco la trama, la respuesta a esa pregunta
trasciende a los autores intelectuales (líderes religiosos judíos) y materiales
(autoridades romanas) del momento. Jesús fue a la cruz voluntariamente por causa
de nuestro pecado… sí, el tuyo y el mío.
Por lo que los únicos responsables de
la muerte de Cristo somos quienes necesitábamos que Él muriese por nuestros
pecados: ¡todos nosotros!
Recordemos eso siempre y estémosle agradecidos por la
eternidad. Que el Señor les continúe bendiciendo.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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