DE
REGRESO A LA VIDA
Los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar
a los enfermos. Lucas 9:2
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El SEÑOR lo sostendrá en su lecho de enfermo; En
su enfermedad, restaurarás su salud. Salmos
41:3
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Quisiera compartir una experiencia que
tuvo un impacto incalculable en mi vida cristiana. A Dios le plació que fuese
testigo de su poder sanador y su gran misericordia para con los míos.
Recuerdo años atrás se nos notificó que
a mi hermana le quedaba poco tiempo de vida, a causa de a una enfermedad que se
le había desarrollado. Mi hermana no había cumplido aún los 27 años de edad, y
era madre de dos criaturas cuando fue diagnosticada. De acuerdo a los doctores,
todo su sistema inmunológico se había debilitado. Sus músculos, piel, y órganos
se endurecerían, en un proceso lento y agonizante, que al final la dejarían sin
vida. El diagnóstico fue “Escleroderma”.
Toda mi familia fue profundamente
impactada con esta noticia. Para mi madre y mi anciana abuelita esta noticia
fue devastadora. Una enfermedad que no conocíamos, que nunca habíamos oído
hablar de ella. Teníamos temor por no saber a qué nos estábamos enfrentando.
Pero como una familia cristiana que
somos por generaciones, empezamos a pedirle a Dios misericordia, sin
cuestionarlo, solo suplicándole su favor. No sabíamos cuál sería su última
voluntad, pero confiábamos en su promesa de que todo lo que pasa en nuestras
vidas obra para bien, de acuerdo a su palabra (Romanos 8:28).
Mientras la enfermedad avanzaba,
nosotros también avanzábamos en la oración y el ayuno, sin darnos por vencida,
confiando en la misericordia de Dios. Todos sabíamos que Él podía tornar esta
tragedia en bendición.
Recuerdo que en una ocasión mi hermana
me pidió que le acompañara a una conferencia de Escleroderma, que su Doctora le
había recomendado. En dicha conferencia vimos muchas personas desfiguradas por
la enfermedad, muchas de ellas en sillas de ruedas por lo avanzado de su
estado. Salimos de aquel lugar totalmente compungidas, atemorizadas, con un sin
número de emociones encontradas, que no sabíamos que hacer, o decir. Recuerdo
que mientras esperábamos la persona que nos recogería, entre lágrimas le dije a
mi hermana: nosotras le servíamos a un Dios poderoso. Él es el dueño y Señor de
nuestras vidas, El tendrá la última palabra en tu enfermedad. Le dije con una
convicción sobrenatural: Dios te va a sanar. Sin embargo, en aquel momento todo
indicaba lo contrario porque ya en su cuerpo se podían notar las huellas de la
enfermedad. Los médicos le habían recetado un sin número de medicamentos los
cuales ella no quiso tomar, porque sabía que los efectos secundarios podrían
ser peor que la enfermedad misma.
Pero sin darnos cuenta... sin un
momento específico, sin saber cómo, ocurrió el milagro. Lentamente la
enfermedad se detuvo - La gloria sea a Dios.
De los 2 a 3 años que le daban de vida
ya han pasado 18 años. Los médicos no se explican que sucedió porque incluso
ella no tomaba medicamentos para poder atribuirle su sanidad.
Dios para confirmar que Él había hecho
la obra completa, le concedió otro hijo a mi hermana, confirmando así que todo
su organismo estaba en buen estado. Nuestro Padre Eterno quiso mostrar su poder
y su gran misericordia entre nosotros, y en el proceso aumentarnos la fe.
Oración: Señor, te pedimos que muestres tu poder y tu
gran misericordia en aquellos que estén pasando por situaciones similares en
estos momentos. En Jesús tu hijo. Amén.
Recibe una Bendición y
un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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