DESTINOS
Fuente: Cristian Franco
Renuevo de Plenitud.com
Escribo estas palabras desde un aeropuerto. Aquí la realidad es
distinta y cambiante. Personas que vienen y van. Repetidos anuncios a través de
la megafonía. Rostros que denotan felicidad, cansancio, preocupación,
curiosidad, tedio... ¡Un mundo dentro de otro!
Mientras mi vuelo sigue retrasado, analizo las distintas
situaciones...
Estamos en un sitio de paso. Un viaje, propio o ajeno, atrae a la
gente hacia este lugar. Llegan familiares. Un nuevo viaje de negocios. "Al
fin se concretan las vacaciones anheladas".
Es un lugar de emociones encontradas. Los abrazos están a la orden
del día. Las lágrimas por la despedida, también. El fuerte tono de voz de la
persona a la que le perdieron la maleta se pierde entre las risotadas de aquel
grupo de jóvenes, mientras que un hombre le recrimina a su familia el haber
llegado tarde.
(Mi vuelo continúa retrasado).
Es un espacio de encuentro. Así lo confirma ese abuelo que acaba de
conocer a su pequeño nieto. Lo expresa en su rostro el muchacho que se
reencuentra con su novia. Es evidente en la expresión cansada de aquella
tripulación que vuelve a encontrarse con su ciudad.
Por sobre todo,
el aeropuerto constituye un destino y un punto de partida. Quienes nos
aprestamos a viajar tenemos un objetivo en mente: llegar a destino. Hemos
comprado nuestro boleto y cuando llega el momento no deseamos otra cosa más que
concretar nuestro propósito. Sabemos muy bien que el viaje no es la meta: es el
medio para arribar a un sitio determinado.
(Acaban de anunciar que mi vuelo saldrá dentro de una hora...).
Y me pongo a pensar. Establezco un paralelo con nuestras vidas.
Medito sobre el ajetreo del que muchas veces somos "presa fácil".
Porque en la multiplicidad de los hechos rutinarios podemos llegar a olvidarnos
de que estamos en un sitio de paso.
Que la vida es un lugar de emociones encontradas. Que nuestra
existencia es un espacio de encuentro. Y que por sobre todo, la vida constituye
un destino y un punto de partida.
Jesucristo dijo: "Dios amó tanto a la gente de este mundo, que
me entregó a mí, que soy su único Hijo, para que todo el que crea en mí no
muera, sino que tenga vida eterna. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida,
y para que la vivan plenamente" (Juan 3:16, 10:10).
Para ser más claro (¡están llamando para abordar el avión!): la
realidad y los beneficios de esta clase de vida (el destino final) pueden
comenzar a experimentarse desde el "aquí y ahora" (el punto de
partida). ¡La decisión es nuestra!
Recibe
una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo
es la Puerta”
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