EL
VALOR DE LA DISCIPLINA EN EL PUEBLO DE DIOS
Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
Yo reprendo y disciplino a
todos los que amo. Sé, pues, celoso y arrepiéntete. Apocalipsis
3:19
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Sino que esto es lo que les
ordené: 'Escuchen Mi voz (Obedézcanme) y Yo seré su Dios y ustedes serán Mi
pueblo, y andarán en todo camino por el que Yo los envíe para que les vaya
bien.' Jeremías 7:23
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Cuando Dios hace
planes lo hace consciente de que habrá quienes reciban su visión de llevarlos
adelante. La visión es siempre de Dios. El Espíritu habla a los creyentes y les
revela los planes del Padre. Lo demás es cuestión de obediencia, si se ha sabido
escuchar claramente la voz de Dios; o desobediencia, si sus propósitos han sido
malinterpretando o peor, ignorados. Muchas veces los enemigos de los planes de
Dios están entre nosotros. Pero Dios es un Dios de orden y disciplina a los que
ama.
Volvamos a Nehemías.
Mientras el pueblo más humilde reconstruía los muros de Jerusalén, otros, ricos
y poderosos en posesiones y tierras que también eran judíos venidos de la
cautividad, explotaban a sus hermanos pobres y hambrientos, se convertían en
prestamistas que endeudaban a las familias hebreas con elevados intereses. Los
pobres empeñaban hasta sus tierras, los más humildes eran sometidos a
servidumbre por sus propios hermanos. (Neh 5.1-6). La protesta del pueblo al
nuevo gobernador Nehemías no se hizo esperar y Dios empoderó a su siervo para
disciplinar moralmente a los nobles. La amonestación fue aceptada y les fue
devuelto a los humildes todo cuanto habían perdido y empeñado.
La oposición a hacer
la voluntad de Dios también puede venir desde adentro. Es importante saberlo
para estar alertas. En un mundo arruinado moralmente el diablo siempre va a
tratar de confundirnos. Nuestra confianza está en Cristo, la piedra del ángulo
desechada por los constructores, devenida en Roca sobre la que se erige y
establece su iglesia, por eso “…las puertas del Hades no prevalecerán contra
ella”. (Mt 16.18). La iglesia de Cristo tendrá que padecer de los mismos
sufrimientos de su Arquitecto, pero a pesar de la resistencia de sus enemigos,
de los modernos Sanbalats y Tobías contemporáneos (enemigos de Nehemías),
continuará levantándose ante toda oposición, venga de adentro o venga de
afuera.
Es por eso que la
disciplina del pueblo de Dios tiene un valor innegable. Podemos equivocarnos,
pero Dios no se equivoca; podemos resbalar, pero Dios nos levanta. Debemos ser
conscientes de que la disciplina de Dios trae bendición. El autor de Hebreos
nos recuerda: “Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla,
parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una
cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella” (He
12.11).
Y nuestro hermano
Job, casi con júbilo, declara: “¡Cuán dichoso es el hombre a quien Dios
corrige! No menosprecies la disciplina del Todopoderoso” (Job 5.17).
Los hijos de Dios
debemos sentir la corrección de Dios como necesaria para continuar bregando en
las lides espirituales y glorificar a Dios. Debemos estar dispuestos a dejar
que el dedo de Dios nos “formatee” de vez en cuando para volver a un estado de
mente renovada y asumir así nuevos retos con nuevos bríos para continuar
haciendo su obra. En un mundo en ruina espiritual y moral la disciplina de Dios
es un valor poderoso contra los valores de la oposición y la desobediencia.
Salomón lo entendió así y nos legó esta tremenda ilustración: “El mandamiento
es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida”
(Proverbio 6.23 NVI)
Lectura sugerida: Nehemías 5.
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