EL
VALOR DE LA AUTENTICIDAD
Milagros García Klibansky
Fuente: Congregación León de Judá
¿Quién es sabio y entendido
entre ustedes? Que muestre por su buena conducta sus obras en sabia
mansedumbre. Santiago 3:13
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¿No han preguntado a los
caminantes, Y no reconocen su testimonio? Job
21:29
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El pasado sábado
celebramos el primer aniversario de nuestra iglesia. Fue una bella ceremonia
donde trabajaron hermanos de todas las edades. Antes de presentar el Ministerio
de Ancianos de la iglesia, me disfracé de anciana demente y un hermano hizo el
papel de hijo mío, todos rieron y un hermano me dijo: -¡Nunca he visto una
vieja mejor lograda!
Al día siguiente,
mirando las fotos, me sorprendí de ver que a pesar de que yo quería pasar por
una anciana desvalida y demente, mi rostro no autentificaba la vejez que yo
quería aparentar, no se veía en él el paso de tantos años, era sólo un disfraz
y no bien logrado.
¿Cuantas personas
andan hoy disfrazadas en este mundo? Seres exentos de autenticidad, caricaturas
de algo que quieren mostrar pero que al final no encaja en el resto del
paquete.
Peor aun cuando de los
hijos de Dios se trata. Vendemos una imagen que en algunos casos no es la real,
no es la que nuestro corazón grita, no baja hasta las emociones, sólo se queda
a nivel de la piel sin penetrar en lo profundo de nuestro ser.
El apóstol Santiago
nos dice en su epístola (4.2-3): “Ustedes codician y no tienen, por eso cometen
homicidio. Son envidiosos y no pueden obtener, por eso combaten y hacen guerra.
No tienen, porque no piden. Piden y no reciben, porque piden con malos
propósitos, para gastarlo en sus placeres”
Piensen por un
momento que una persona viene a predicarles las buenas nuevas, ustedes conocen
su vida familiar, su relación con los compañeros de trabajo, lo primero que
usted decodifica, si no es cristiano, es que esa persona está diciendo con su boca
algo que no coincide con lo que usted ve en su vida diaria. No hay autenticidad
en su hablar, suena a algo como aprendido y recitado, pero no se siente real,
está disfrazado y se preguntarán, ¿Cuál es el real? ¿El que habla o el que
actúa?
Estamos en un mundo que se derrumba a cada segundo
y las ruinas no son sólo de edificaciones, sino de almas. Medita sobre esto y
reacciona antes que sea tarde. Recuerda que eres las manos de Dios en esta
tierra.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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