HABITANDO
CONFIADOS BAJO LA SOMBRA DEL ALTÍSIMO
Fuente: Dr. Roberto Miranda
Congregación León de Judá
Mayor es Aquél que está en
ustedes que el que está en el mundo. 1
Juan 4:4
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El que habita al amparo del
Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. Salmos
91:1
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La fe no sirve
solamente para resolver crisis. ¡La fe no es solamente para salir de apuros y
corregir deficiencias! La fe sirve, sobre todo, para vivir la vida
proactivamente, para sostener una jornada espiritual constructiva y poderosa.
Sirve para impedir y prevenir las crisis, para mantener al enemigo en jaque
mate, a raya, sujeto a los buenos propósitos de Dios. La fe permite que nuestra
vida prospere y sea bendecida.
Hay creyentes que
viven en un estado de perpetua guerra espiritual. Siempre están en guerra con
el diablo. Si bien es cierto que debemos ser sobrios y velar, como nos aconseja
la Escritura, también es cierto que es posible exagerar lo agónico de esa lucha
contra el mal, y pelear batallas innecesarias, que Dios jamás nos llamó a
lidiar.
Espero que entiendas,
amado hermano o hermana, la diferencia entre vivir siempre a la defensiva, rogándole
a Dios continuamente que te saque de los apuros en que el diablo o tus propios
errores y debilidad te han metido—y una vida estable y confiada, protegida por
muros sólidos de sabiduría y discernimiento espiritual, nutrida e iluminada por
la palabra de Dios, procediendo segura hacia niveles cada vez más altos de
madurez y gozo en el Señor.
Me recuerda las
palabras del salmista en el Salmo 125: “Los que confían en Jehová son como el
monte de Sión, que no se mueve, sino que permanece para siempre”. O, las
hermosas palabras de la bendición de Moisés a la tribu de Benjamín en
Deuteronomio 33:12: “El amado de Jehová habitará confiado cerca de él; lo
cubrirá siempre, y entre sus hombros morará”. La postura normal del creyente
saludable y maduro es una de paz y seguridad, de confianza en la protección y
cobertura del Dios Todopoderoso.
Ahora, cuando el
Enemigo se levanta en nuestra contra y quiere arrebatarnos lo que Dios nos ha
concedido, el hijo o la hija de Dios deben saber cómo defenderse efectivamente,
y cómo preservar su herencia. Debemos ser como el rey David, que cuando era
pastor de ovejas, siempre sabía cómo defenderlas del león o del oso. En su
primera conversación con Saúl le informa al rey: “Tu siervo era pastor de
ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de
la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se
levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba”.
Cuando el diablo se levanta contra nosotros, queriendo dañar los que Dios nos
ha entregado, ¡debemos estar preparados para arrebatárselo, y acometer
efectivamente contra él!
Es decir, la vida cristiana no ha de ser vivida a
la defensiva, continuamente resolviendo una crisis tras otra. El creyente ha
sido llamado para habitar confiado en la bendición y la prosperidad de Dios.
Cristo ha dicho, “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en
abundancia”. Él no dijo, “Yo he venido para que sobrevivan”, sino, “para que
tengan vida en abundancia”. Y la fe es el canal, el instrumento, el conducto
por medio del cual Dios puede realizar y ejecutar los buenos propósitos que
tiene para nuestras vidas.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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