EL
VALOR DE LA FE Y LA FIRMEZA EN MEDIO DE LUCHAS ESPIRITUALES
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
Sabiendo que la prueba de su fe
produce paciencia (perseverancia). Santiago
1:3
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Y les envié mensajeros,
diciéndoles: "Yo estoy haciendo una gran obra y no puedo descender. ¿Por
qué ha de detenerse la obra mientras la dejo y desciendo a ustedes?" Nehemías
6:3
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Los retos y las
oposiciones no son ajenos al cristiano que decide seguir a Cristo. Esta
declaración parecería una contradicción, pero creo que no lo es. Nehemías no
conoció a Cristo, pero confiaba en su Dios – también el nuestro – del que cada
generación de judíos contaba las maravillas y milagros en favor de su pueblo
desde el éxodo de Egipto.
Nehemías no sólo fue
el líder que reedificó las murallas de Jerusalén y despertó al pueblo de su
letargo espiritual, sino también fue un campeón de la fe. Las luchas
espirituales se ganan a través de la fe. Sin fe es prácticamente imposible
ejercer un liderazgo eficaz y eficiente. Cuando la oposición arreciaba sus
burlas y amenazas de muerte, cuando el pueblo desfalleció en la inmensa obra
que tenía por delante, Nehemías no se dejó intimidar y siguió adelante. Por
mucho que intentaron amedrentarlo para apartarlo de la obra que Dios le había
encargado, su firmeza y su fe le permitió aunar a un pueblo que edificaba los
muros de la ciudad con una mano en la obra de construcción y la otra asiendo la
espada para enfrentar cualquier oposición del enemigo. “Todos los que
trabajaban en la reconstrucción llevaban la espada a la cintura” (Neh 4.18NVI).
El ejemplo de Nehemías
como hombre de valor y fe ciertamente nos inspira. Nuestro adversario, como
Sambalat, Tobías y Guesén- enemigos de Nehemías y por ende opuestos a la
voluntad de Dios – es insistente y trata de desordenar nuestra fe para
llevarnos a la inconsistencia, a la fragilidad, a la blandenguería. La fe
imprime firmeza, paciencia, perseverancia y es, como dice el apóstol Juan, el
cimiento y la garantía de nuestra victoria en Cristo: “porque todo el que ha
nacido de Dios vence al mundo. Ésta es la victoria que vence al mundo: nuestra
fe”. (1 Jn 5.4).
Recordemos que el
mundo anda “patas arriba”, es decir se conduce contrario a los designios y los
planes de Dios. El mundo es el sistema de valores que pugnan contra la voluntad
de Dios, no se trata de la gente, se trata del príncipe de las tinieblas que ha
entenebrecido las mentes con sus recetas humanistas para cautivarnos con sus
promesas vacías.
Cuando estamos
ocupados en la obra de Dios, la fe y la firmeza en el cumplimiento del deber
nos darán el sentimiento de constancia y perseverancia para no escuchar “los
cantos de sirena” del enemigo llamándonos insistentemente a desviarnos del
objetivo supremo (Neh 6.3).
En Cristo, por su
obra redentora, podemos reedificar los muros que el enemigo ha logrado
resquebrajar. Cerremos las brechas y coloquemos firmemente en su sitio a la
puerta principal que da acceso al evangelio de la salvación. Esa puerta es
Cristo. “Yo soy la puerta; si alguno entra por Mí, será salvo; y entrará y
saldrá y hallará pasto.” (Jn 10.9) Los valores de un mundo cuyas murallas se
encuentran en ruina espiritual y moral se estrellan contra los valores del
Reino de Dios. Las luchas espirituales se confrontan con la firmeza que
proviene de la fe salvadora. Mi oración es que continuemos, con la ayuda Dios,
construyendo murallas y edificando vidas en Cristo para su eterna gloria.
Lectura sugerida: Nehemías 6
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