ADORACIÓN
SACRIFICIAL
Fuente: Dr. Roberto Miranda
Congregación León de Judá
En lo cual ustedes se regocijan
grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean
afligidos con diversas pruebas (tentaciones). 1
Pedro 1:6
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Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo;
Continuamente estará Su alabanza en mi boca. Salmos
34:1
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Cuando Pablo y Silas
son encarcelados en Filipos después de haber sido azotados, aun en cadenas y
sangrando de sus heridas oran al Señor y lo alaban cantando himnos. Ese
sacrificio de adoración de parte de los siervos de Dios moviliza el poder
divino, y un fuerte terremoto hace que tiemble la cárcel y que se les caigan
las cadenas a los prisioneros.
Hechos 16:25
Pero a
medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los
oían.
26 Entonces sobrevino
de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se
sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos
se soltaron.
La alabanza de guerra
cambia completamente la situación, y los dos prisioneros que momentos antes
eran la imagen misma de la impotencia, ¡ahora guían al carcelero al
conocimiento de Jesús y son atendidos por él! Como podemos ver, hay algo muy
poderoso en este tipo de adoración. Se trata de un instrumento idóneo para
canalizar el poder de Dios desde lo alto hacia la tierra.
32 Y le hablaron la
palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
La adoración
sacrificial, elevada en momentos de dolor y temor, glorifica a Dios en una
manera extraordinaria, y nos pone en contacto con principios espirituales muy
poderosos y profundos. Esa decisión de alabar a Dios no importa qué crucifica
la carne, constituye un desafío a los poderes de las tinieblas, y agrada al
Señor sobremanera.
Me recuerda las
palabras desafiantes de Job, elevadas en medio de su profunda tragedia, a pesar
de las acusaciones de sus falsos amigos, y la maligna invitación de su mujer a
maldecir a Dios y morirse. Job 19:
25 Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
26 Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
27 Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
25 Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
26 Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
27 Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
Hay un antiguo coro
pentecostal que expresa esta verdad profunda en una forma sencilla. Dice:
Alabar a Dios cuando las cosas te salen bien, ¡qué bueno es!
Alabar a Dios cuando no tienes ningún problema, ¡Qué cosa buena!
Pero si lo alabas entre tus quebrantos,
Ese Cristo santo se glorifica dentro de ti.
Pero si lo alabas entre tus quebrantos
Ese Cristo santo se glorifica dentro de ti.
Alabar a Dios cuando las cosas te salen bien, ¡qué bueno es!
Alabar a Dios cuando no tienes ningún problema, ¡Qué cosa buena!
Pero si lo alabas entre tus quebrantos,
Ese Cristo santo se glorifica dentro de ti.
Pero si lo alabas entre tus quebrantos
Ese Cristo santo se glorifica dentro de ti.
Dios es glorificado y su poder activado cuando sus
hijos posponemos el reconocimiento de nuestra propia necesidad inmediata y
enfocamos la mirada en su gloria y su santidad. Al declarar militantemente su
Señorío frente a las circunstancias adversas que nos invitan a sucumbir a la
negación y la duda, abrimos un vacío que atraerá irresistiblemente la gloria y
el poder divinos. Esa adoración sacrificial constituye un desafío contra las
demandas ilegítimas de la carne y el diablo. Involucra una crucifixión del yo.
Es un holocausto sublime que humilla al Enemigo. Desata el mover irresistible
de Dios en el ámbito del tiempo y el espacio.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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