sábado, 12 de abril de 2014

ADORACIÓN SACRIFICIAL

ADORACIÓN SACRIFICIAL
Fuente: Dr. Roberto Miranda
Congregación León de Judá
En lo cual ustedes se regocijan grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, sean afligidos con diversas pruebas (tentaciones). 1 Pedro 1:6
Bendeciré al SEÑOR en todo tiempo; Continuamente estará Su alabanza en mi boca. Salmos 34:1

Cuando Pablo y Silas son encarcelados en Filipos después de haber sido azotados, aun en cadenas y sangrando de sus heridas oran al Señor y lo alaban cantando himnos. Ese sacrificio de adoración de parte de los siervos de Dios moviliza el poder divino, y un fuerte terremoto hace que tiemble la cárcel y que se les caigan las cadenas a los prisioneros.
Hechos 16:25
 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.
26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.
La alabanza de guerra cambia completamente la situación, y los dos prisioneros que momentos antes eran la imagen misma de la impotencia, ¡ahora guían al carcelero al conocimiento de Jesús y son atendidos por él! Como podemos ver, hay algo muy poderoso en este tipo de adoración. Se trata de un instrumento idóneo para canalizar el poder de Dios desde lo alto hacia la tierra.
32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los que estaban en su casa.
33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los suyos.
34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios.
La adoración sacrificial, elevada en momentos de dolor y temor, glorifica a Dios en una manera extraordinaria, y nos pone en contacto con principios espirituales muy poderosos y profundos. Esa decisión de alabar a Dios no importa qué crucifica la carne, constituye un desafío a los poderes de las tinieblas, y agrada al Señor sobremanera.
Me recuerda las palabras desafiantes de Job, elevadas en medio de su profunda tragedia, a pesar de las acusaciones de sus falsos amigos, y la maligna invitación de su mujer a maldecir a Dios y morirse. Job 19:
25 Yo sé que mi Redentor vive,
Y al fin se levantará sobre el polvo;
26 Y después de deshecha esta mi piel,
En mi carne he de ver a Dios;
27 Al cual veré por mí mismo,
Y mis ojos lo verán, y no otro,
Aunque mi corazón desfallece dentro de mí.
Hay un antiguo coro pentecostal que expresa esta verdad profunda en una forma sencilla. Dice:
Alabar a Dios cuando las cosas te salen bien, ¡qué bueno es!
Alabar a Dios cuando no tienes ningún problema, ¡Qué cosa buena!
Pero si lo alabas entre tus quebrantos,
Ese Cristo santo se glorifica dentro de ti.
Pero si lo alabas entre tus quebrantos
Ese Cristo santo se glorifica dentro de ti.
Dios es glorificado y su poder activado cuando sus hijos posponemos el reconocimiento de nuestra propia necesidad inmediata y enfocamos la mirada en su gloria y su santidad. Al declarar militantemente su Señorío frente a las circunstancias adversas que nos invitan a sucumbir a la negación y la duda, abrimos un vacío que atraerá irresistiblemente la gloria y el poder divinos. Esa adoración sacrificial constituye un desafío contra las demandas ilegítimas de la carne y el diablo. Involucra una crucifixión del yo. Es un holocausto sublime que humilla al Enemigo. Desata el mover irresistible de Dios en el ámbito del tiempo y el espacio.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”



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