UNA
JUSTICIA DIVINA
Fuente: Charles Spurgeon
Congregación León de Judá
Bienaventurado el varón a quien
el Señor no imputará pecado. Romanos 4:8
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No tendrán que enseñar más cada
uno a su prójimo y cada cual a su hermano, diciéndole: 'Conoce al SEÑOR,'
porque todos Me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más
grande," declara el SEÑOR, "pues perdonaré su maldad, y no rec... Jeremías
31:34
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Cuando conocemos al
Señor, recibimos el perdón de los pecados. Lo conocemos como el Dios de Gracia,
que pasa por alto nuestras transgresiones. ¡Qué feliz descubrimiento es este!
Pero cuán divinamente
está expresada esta promesa: ¡el Señor promete que no se acordará más de
nuestros pecados! ¿Puede Dios olvidar? Él dice que lo hará, y Él dice en serio
lo que dice. Él considerará como si no hubiésemos pecado nunca. La grandiosa
expiación quitó tan eficazmente todo pecado, que para la mente de Dios es como
si no hubiera existido. El creyente es ahora tan acepto en Cristo Jesús como lo
era Adán en su inocencia; sí, más aún, pues él lleva puesta una justicia
divina, mientras que la de Adán era solamente humana.
El Gran Señor no se
acordará de nuestros pecados como para castigarlos, o como para amarnos una
pizca menos por causa de esos pecados. Igual que una deuda que, cuando es
pagada, deja de ser deuda, así el Señor hace una completa cancelación de la
iniquidad de Su pueblo.
Cuando nos estemos lamentando por nuestras
transgresiones y deficiencias -y este es nuestro deber mientras vivamos- al
mismo tiempo hemos de regocijarnos porque nunca serán mencionadas contra
nosotros. Esto nos lleva a odiar el pecado. El perdón de Dios inmerecido nos
conduce a vigilar para no ofenderle nunca más por medio de la desobediencia.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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