VIDA
PLENA PARA LA ETERNIDAD
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
Si hemos esperado en Cristo
para esta vida solamente, somos, de todos los hombres, los más dignos de
lástima. 1 Corintios 15:19
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Porque Este es Dios, Nuestro
Dios para siempre; Él nos guiará hasta la muerte. Salmos
48:14
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Pocas veces nos
detenemos a meditar sobre nuestra vida futura como cristiano; 'lo que vendrá'
cuando ya no estemos físicamente en esta tierra. La Palabra de Dios afirma que
cuando Cristo regrese – juicio por medio - resucitaremos con Él en alma y
cuerpo incorruptibles. Ninguna otra religión hace semejante promesa. La
doctrina de la resurrección verdadera se instituye con Cristo. La tumba vacía
continúa siendo el imbatible pedestal donde se afianza el cristianismo, el
baluarte de nuestra fe. Sin fe en la resurrección el cristianismo no tendría
sentido.
Como cristianos es
casi normal pensar en el aquí y ahora, pero nuestra esperanza está en Cristo.
La vida eterna prometida para el cristiano descansa en la fe de la resurrección
de nuestro Señor. “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque
esté muerto, vivirá” (Jn. 11:25). El prodigio de la resurrección trasciende el
discernimiento de la mente humana. Al resucitar Cristo y depositar nuestra fe
en Él, nos hizo partícipes de una naturaleza tal, que desde ahora podemos tener
la convicción de una vida de total plenitud en su presencia para toda la
eternidad.
La plenitud de vida
en el aquí y ahora se vive por fe. La dimensión espiritual de la eternidad
comenzó el día que decidimos creer en Jesús y poner nuestra confianza en Él. El
blanco de los peores ataques al cristianismo ha sido desde el primer siglo la
resurrección de nuestro Señor y todavía hoy lo sigue siendo. Las veces que Él
anunció su resurrección al tercer día de su muerte, sus discípulos apenas le
creyeron. Sólo después de verlo resucitado entendieron y desde entonces la
resurrección se convirtió en la piedra angular de su predicación. Pablo le
decía a los corintios: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra
predicación, vana es también vuestra fe” (1 Co 15:14). Y en su segunda carta a
estos hermanos añadió: “Pues sabemos que aquel que resucitó al Señor Jesús nos
resucitará también a nosotros con él y nos llevará junto con ustedes a su
presencia” (2 Co 4.14).
La Semana de la
Pasión nos alienta a celebrar esa esperanza, a meditar en el sacrificio de
nuestro Señor, a dar acción de gracias por la promesa de una vida eterna. No es
sólo una esperanza para esta vida (1 Co 15.19), sino para la venidera. Cristo
“fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra
justificación” (Ro 4:25). Dios nos hizo justos al resucitar a su hijo para que
nos gloriemos en la esperanza de su gloria (Ro 5.2).
¡Celebremos a Cristo! ¡Él vive! Los clavos de su
martirio no pudieron contener su gloria. Del madero siguen retoñando hojas de
laureles y olivos para coronar la cabeza del Señor de la iglesia y de nuestras
vidas. El vacío de su tumba – hasta el día que le veamos cara a cara- es y
seguirá siendo la llenura de nuestro corazón.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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