EL MINISTERIO Y LA ENSEÑANZA
Extracto del libro
“Creer También es Pensar”
Por John Stott
Publicado por:
Edgardo Tosoni
devocionaldiario.org
Mi sexto y último ejemplo es en cuanto al lugar de la
mente en el ministerio cristiano. Tenemos que usar nuestra mente cualquiera que
sea el ministerio, pero especialmente en el ministerio ordenado o pastoral de
la iglesia. Hoy día hay un renovado interés en el tema del ministerio y en los
carismas (dones del Espíritu) que califican y dan condiciones al pueblo de Dios
para ejercer su ministerio. Todos los dones espirituales (y son muchos) se
destinan a algún tipo de ministerio. Son dados para que sean ejercidos
“buscando un fin provechoso”, teniendo como propósito edificar la iglesia, el
cuerpo de Cristo, de forma que crezca hasta la madurez. Los dones que más deben
ser buscados y apreciados, por lo tanto, son los dones de la enseñanza, ya que
es por medio de ellos que la iglesia es más “edificada”.
Este don de la enseñanza es, a buen seguro, necesario a
los presbíteros, que tienen cuidado pastoral para con la iglesia local. Vamos a
abordar rápidamente tanto la naturaleza de su ministerio como también las calificaciones
que les son necesarias. El ministerio “pastoral” es esencialmente un ministerio
de enseñanza. Voy a esclarecer esto. El ministro es un pastor, designado por
Cristo, el Sumo Pastor, para cuidar de su rebaño, teniendo en particular la
responsabilidad de alimentar las ovejas (o sea, enseñarlas). Así, pues, el
apóstol Paulo podía decir a los presbíteros-obispos de la iglesia en Éfeso:
“Atended por vosotros y por todo el rebaño sobre el cual Espírito Santo os
constituyó obispos, para pastorear la iglesia de Dios, la cual él compró con su
propia sangre’. Y el apóstol Pedro, que por tres veces fuera personalmente
comisionado por el Señor resucitado a cuidar o alimentar sus ovejas y corderos,
más tarde escribió a otros presbíteros diciendo: “Pastoread el rebaño de Dios
que hay entre vosotros…”
Dejando de lado la metáfora del pastor, la mayor
responsabilidad de los presbíteros locales es: “presentar a todo hombre
perfecto en Cristo”. Y, para alcanzar este objetivo, deben proclamar a Cristo
en su plenitud, “advirtiendo a todo hombre y enseñando a todo hombre en toda la
sabiduría”. Es por el conocimiento de Cristo, tal como lo presentan las
Escrituras y lo proclama el ministerio, que los cristianos alcanzan madurez
espiritual.
Las calificaciones para el ministerio son consistentes
con su naturaleza. Todo candidato al ministerio pastoral o al presbiterato debe
poseer tanto la fe bíblica como el don de enseñarla. Debe ser ortodoxo.
“Encariñado a la palabra fiel que es según la doctrina (literalmente: según el didache,
o la enseñanza de los apóstoles), de modo que pueda así exhortar por la recta
enseñanza como para convencer los que contradicen”. Debe ser aún “apto para
enseñar”. Esta son dos calificaciones que le son indispensables. Debe ser fiel
a la didache y ser didaktikos, un profesor que sabe transmitir y que tiene la
recta enseñanza.
Eso lo obligará a estudiar, tanto en su preparación al
ministerio como durante su ejercicio.
Es impresionante que a los que quieren recomendarse a
sí mismos como ministros de Dios, Pablo escribe, deben hacerlo no solamente a
través de su paciencia en las tribulaciones, ni solamente a través de su
pureza, privación, bondad y amor, sino también a través de su saber.
Soy muy grato al Dr. Billy Graham, en una predicación
en Londres dirigida a cerca de 600 ministros, en noviembre de 1970, dijo que si
tuviera que comenzar su ministerio de nuevo, estudiaría tres veces de lo que
estudió. “He predicado mucho y estudiado tan poco”, dijo él. El día siguiente
él me contó una afirmativa hecha por el Dr. Donald Barnhouse: “Si me fueran
dados sólo tres años para servir al Señor, pasaría dos de esos tres años
estudiando y preparándome”.
Yo aún estoy cada vez más ansioso por ver a Dios
llamar, en estos días, a más personas para este ministerio de la enseñanza;
personas con mentes atentas, convicciones bíblicas y aptitud para enseñar;
colocándolas en las ciudades grandes e importantes, y en las ciudades
universitarias de este mundo; de forma que , a la semejanza de Pablo en la
escuela de Tirano en Éfeso, en esos lugares ejerzan un ministerio de enseñanza
sistemática y persuasivo, exponiendo las viejas Escrituras y aplicándolas al
mundo moderno; y que tal ministerio fiel, bajo la buena mano de Dios, no
solamente conduzca a su propia congregación hasta el punto de la madurez en
Cristo, sino también esparza su bendición por todas partes, a través de los
visitantes que por poco tiempo vengan a recibir su influencia.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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