PERDIENDO LA VIDA EN
SUPOSICIONES
Fuente: Ana María Frege Issa
Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
Existen
personas que pasan mucho tiempo preocupándose por el futuro, por lo que
desconocen. Paulo Coelho, ilustra esto en una historia que cuenta que un
sultán decidió hacer un viaje en barco con algunos de sus mejores cortesanos.
Se embarcaron en un puerto de Dubái y zarparon en dirección al mar
abierto. En cuanto el navío se alejó de tierra, uno de los súbditos, que
jamás había visto el mar y había pasado la mayor parte de su vida en las
montañas, comenzó a tener un ataque de pánico.
Sentado
en la bodega de la nave, lloraba, gritaba y se negaba a comer o a dormir. Todos
procuraban calmarlo, diciéndole que el viaje no era tan peligroso, pero aunque
las palabras llegasen a sus oídos no llegaban a su corazón.
El
sultán no sabía qué hacer, y el hermoso viaje por aguas tranquilas y cielo azul
se transformó en un tormento para los pasajeros y la tripulación. Pasaron dos
días sin que nadie pudiese dormir con los gritos del hombre. El sultán ya
estaba a punto de mandar volver al puerto cuando uno de sus ministros, conocido
por su sabiduría, le dijo: -Si su alteza me da permiso, yo conseguiré
calmarlo.
Sin
dudar un instante, el sultán le respondió que no sólo se lo permitía, sino que
sería recompensado si conseguía solucionar el problema. El sabio entonces
pidió que tirasen al hombre al mar. En el momento, contentos de que esa
pesadilla fuera a terminar, un grupo de tripulantes agarró al hombre que se
debatía en la bodega y lo tiraron al agua.
El
hombre comenzó a debatirse, se hundió, tragó agua salada, volvió a la
superficie, gritó más fuerte aún, se volvió a hundir y de nuevo consiguió
reflotar. En ese momento, el sabio pidió que lo alzasen nuevamente hasta
la cubierta del barco. A partir de aquel episodio, nadie volvió a
escuchar jamás cualquier queja del hombre, que pasó el resto del viaje en
silencio, llegando incluso a comentar con uno de los pasajeros que nunca había
visto nada tan bello como el cielo y el mar unidos en el horizonte. El
viaje, que antes era un tormento para todos los que se encontraban en el barco,
se transformó en una experiencia de armonía y tranquilidad.
Poco
antes de llegar al puerto, el sultán fue a buscar al sabio y le
preguntó: -¿Cómo sabías que arrojando a aquel pobre hombre al mar se
calmaría?
-Por
mi matrimonio -respondió- Yo vivía aterrorizado con la idea de perder a mi
mujer, y mis celos eran tan grandes que no paraba de llorar y gritar como este
hombre. Un día ella no aguantó más y me abandonó, y yo pude sentir lo
terrible que sería la vida sin ella. Sólo regresó después de prometerle que
jamás volvería a atormentarla con mis miedos. De la misma manera, este
hombre jamás había probado el agua salada y jamás se había dado cuenta de la
agonía de un hombre a punto de ahogarse. Tras conocer eso, entendió
perfectamente lo maravilloso que es sentir las tablas del barco bajo sus pies.
Muchas
veces, pasamos nuestra vida paralizados, pensando en lo que podría pasar con
nuestras vidas, familia, trabajo, estudios, sueños, etc. en un futuro. Nuestras
fuerzas se consumen, nos agotamos emocionalmente, perdemos el gozo de vivir y
dejamos que momentos valiosos con la familia o amigos pasen desapercibidos.
Perdemos la capacidad de identificar las bendiciones diarias por algo que no
existe, por un miedo infundado.
No
hay motivos para temer al futuro, no necesitas desgastarte pensando en lo
que vendrá porque Dios siempre estará contigo, Él no te abandonará si las cosas
se ponen difíciles, por el contrario, estará ahí para protegerte y
fortalecerte.
“Aun
cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi
lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan”. Salmos 23:4
Disfruta
las bendiciones que Dios te da diariamente y deja de preocuparte por
suposiciones. Deposita tu futuro en las manos de Dios, no existe mejor lugar.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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