jueves, 24 de julio de 2014

SER ÍNTEGRO

SER ÍNTEGRO
Extracto del libro “Mentalidad de Avivamiento”
Por Bernardo Stamateas
Publicado por: Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org

Soy de una Sola Pieza.

Debo ser íntegro, igual en todos lados. Integridad viene de “integritas”: de una sola piedra, de una sola roca, de una forma.

En Génesis, cuando saltó la contradicción de Isaac (que tenía un Dios grande pero mentía), Abimelec la sacó a la luz, e Isaac no tuvo que mentir más porque fue descubierto. No tuvo más miedo de la gente y no necesitó agradar más a nadie, entonces ese mismo año prosperó al ciento por uno en medio de la sequía. Si sufrís en silencio no permitirás que tu integridad salga a luz y no podrás tomar la prosperidad.

Pablo dijo: “Lo que quiero hacer no hago y lo que no quiero eso hago; y cuando hago lo que no quiero, quiero hacer lo que quiero, ¡me estoy volviendo loco!”. Y Dios lo usó con poder porque le gusta la gente de una sola pieza. Juan dijo: “Si uno dice que no peca le hace a Dios mentiroso”. Durante años la iglesia era “súper espiritual”, todo era “maravilloso”, nadie de­cía nada y se ocultaba adulterio y otros tipos de pecado, porque todos llevaban máscaras.

Isaac resolvió la lucha cuando confesó y prosperó al ciento por uno en donde había hambre. Dios levantará una iglesia que confesará todo.
Sé una persona íntegra, de buen corazón, rechaza todo pecado, toda mentira. Nunca el pecado tiene que estar en tu corazón, nunca le abras la puerta al enemigo y Dios te va a respaldar. La frase que más me gusta de guerra espiritual es la que dijo el Señor: “Viene la hora pero nada tiene en mí”. Puede venir la muerte sobre tu vida pero si Satanás no tiene nada de que agarrarse vas a resucitar a las 72 horas.
Trata bien a todo el mundo, al que está debajo jerárquicamente. Si tratas bien a todo el mundo Dios te va a honrar, porque el que está debajo hoy no es nada, se hunde en las aguas, pero mañana vendrá de la mano del Señor para abrir un avivamiento. Nunca menosprecies a Saulo de Tarso, hoy está matando y mañana fundará iglesias por todas las naciones.

Cierta vez, en un lugar y en un tiempo que podía ser aquí y hoy mismo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, pero uno de sus habitantes no participaba de la dicha general: era un árbol que se sentía profundamente triste. El pobre árbol tenía un problema: no sabía quién era. El manzano le decía: “Lo que falta es concentración, si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas, es muy fácil”. El rosal le decía: “No escuches al manzano. Mira, es más sencillo tener rosas, y además, son más bonitas y olorosas que las manzanas”.

El pobre árbol desesperado, intentaba concentrarse y ser todo lo que le sugerían, pero no lograba ser como los demás le decían que debía ser y por ello se sentía cada vez más frustrado y desgraciado. Un día llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó: “No te preocupes, tu problema no es tan grave. Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. No dediques tu vida, tu esfuerzo ni tu energía a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo, conócete y aprende a escuchar tu voz interior”. Y dicho esto, el búho desapareció. “¿Mi voz interior? ¿Ser yo mismo? ¿Conocerme?”, pensaba el árbol, angustiado. Pero el comentario del búho anidó en su corazón. Y el árbol empezó a dejar de prestar oídos a los comentarios de las otras plantas. Aprendió a estar en silencio, tranquilo gozando de los rayos del sol y de las refrescantes gotas de lluvia. Aprendió a disfrutar del canto de los pájaros que anidaban en sus ramas, a dejarse acariciar por el viento que silbaba entre sus hojas. Y, cuando menos lo esperaba y buscaba, un día comprendió. Su corazón se abrió y su voz interior le habló: “Tú jamás darás manzanas porque no eres manzano; ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso, dar albergue a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje. Tienes una misión, cúmplela”. Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto fue admirado y respetado por todos, pero lo más importante es que aprendió a respetarse y a valorarse a sí mismo.

CUANTO MÁS SANO ESTÉ TU SER, MÁS GENTE SANA VAS A ATRAER.

Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.

Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”

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