SER ÍNTEGRO
Extracto del libro
“Mentalidad de Avivamiento”
Por Bernardo
Stamateas
Publicado por:
Edgardo Tosoni
Devocionaldiario.org
Soy de una Sola Pieza.
Debo ser íntegro, igual en todos lados. Integridad
viene de “integritas”: de una sola piedra, de una sola roca, de una forma.
En Génesis, cuando saltó la contradicción de Isaac (que
tenía un Dios grande pero mentía), Abimelec la sacó a la luz, e Isaac no tuvo
que mentir más porque fue descubierto. No tuvo más miedo de la gente y no
necesitó agradar más a nadie, entonces ese mismo año prosperó al ciento por uno
en medio de la sequía. Si sufrís en silencio no permitirás que tu integridad
salga a luz y no podrás tomar la prosperidad.
Pablo dijo: “Lo que quiero hacer no hago y lo que no
quiero eso hago; y cuando hago lo que no quiero, quiero hacer lo que quiero,
¡me estoy volviendo loco!”. Y Dios lo usó con poder porque le gusta la gente de
una sola pieza. Juan dijo: “Si uno dice que no peca le hace a Dios mentiroso”.
Durante años la iglesia era “súper espiritual”, todo era “maravilloso”, nadie
decía nada y se ocultaba adulterio y otros tipos de pecado, porque todos
llevaban máscaras.
Isaac resolvió la lucha cuando confesó y prosperó al
ciento por uno en donde había hambre. Dios levantará una iglesia que confesará
todo.
Sé una persona íntegra, de buen corazón, rechaza todo
pecado, toda mentira. Nunca el pecado tiene que estar en tu corazón, nunca le
abras la puerta al enemigo y Dios te va a respaldar. La frase que más me gusta
de guerra espiritual es la que dijo el Señor: “Viene la hora pero nada tiene en
mí”. Puede venir la muerte sobre tu vida pero si Satanás no tiene nada de que
agarrarse vas a resucitar a las 72 horas.
Trata bien a todo el mundo, al que está debajo
jerárquicamente. Si tratas bien a todo el mundo Dios te va a honrar, porque el
que está debajo hoy no es nada, se hunde en las aguas, pero mañana vendrá de la
mano del Señor para abrir un avivamiento. Nunca menosprecies a Saulo de Tarso,
hoy está matando y mañana fundará iglesias por todas las naciones.
Cierta vez, en un lugar y en un tiempo que podía ser
aquí y hoy mismo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y
bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el
jardín, pero uno de sus habitantes no participaba de la dicha general: era un
árbol que se sentía profundamente triste. El pobre árbol tenía un problema: no
sabía quién era. El manzano le decía: “Lo que falta es concentración, si
realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas, es muy fácil”. El rosal
le decía: “No escuches al manzano. Mira, es más sencillo tener rosas, y además,
son más bonitas y olorosas que las manzanas”.
El pobre árbol desesperado, intentaba concentrarse y
ser todo lo que le sugerían, pero no lograba ser como los demás le decían que
debía ser y por ello se sentía cada vez más frustrado y desgraciado. Un día
llegó hasta el jardín un búho, la más sabia de las aves, y al ver la
desesperación del árbol, exclamó: “No te preocupes, tu problema no es tan
grave. Es el mismo de muchísimos seres sobre la tierra. No dediques tu vida, tu
esfuerzo ni tu energía a ser como los demás quieren que seas. Sé tú mismo,
conócete y aprende a escuchar tu voz interior”. Y dicho esto, el búho
desapareció. “¿Mi voz interior? ¿Ser yo mismo? ¿Conocerme?”, pensaba el árbol,
angustiado. Pero el comentario del búho anidó en su corazón. Y el árbol empezó
a dejar de prestar oídos a los comentarios de las otras plantas. Aprendió a
estar en silencio, tranquilo gozando de los rayos del sol y de las refrescantes
gotas de lluvia. Aprendió a disfrutar del canto de los pájaros que anidaban en
sus ramas, a dejarse acariciar por el viento que silbaba entre sus hojas. Y,
cuando menos lo esperaba y buscaba, un día comprendió. Su corazón se abrió y su
voz interior le habló: “Tú jamás darás manzanas porque no eres manzano; ni
florecerás cada primavera porque no eres un rosal. Tú eres un roble, y tu
destino es crecer grande y majestuoso, dar albergue a las aves, sombra a los
viajeros, belleza al paisaje. Tienes una misión, cúmplela”. Y el árbol se sintió
fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba
destinado. Así, pronto fue admirado y respetado por todos, pero lo más
importante es que aprendió a respetarse y a valorarse a sí mismo.
CUANTO MÁS SANO ESTÉ TU SER, MÁS GENTE SANA VAS A
ATRAER.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo
es la Puerta”
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