NO ES EL TAMAÑO DEL PROBLEMA, SINO CÓMO MANEJO EL PROBLEMA
Maxwell, John C.:
El Lado Positivo Del Fracaso; Failing Forward. Thomas Nelson, Inc., 2000; 2003,
S. 76
Renuevo de
Plenitud.com
El 1 de marzo de 1997, Greg estaba en Bossier City,
Louisiana, adonde había viajado desde su casa en Kentucky para asistir a mi
conferencia de dos días sobre liderazgo.
Cuando la conferencia concluyó, abordó un avión y se
dirigió a St. Louis en la primera etapa del viaje de regreso a su casa,
pensando con entusiasmo en la forma de poner en acción el entrenamiento sobre
liderazgo que había recibido.
Cuando llegó al aeropuerto en St. Louis para tomar su
conexión a Lexington, se sorprendió al descubrir que su vuelo estaba atrasado
debido al mal tiempo en Kentucky. Cuando la demora se transformó en la
cancelación del vuelo, Greg tuvo que quedarse a pasar la noche en St. Louis. En
realidad, no le dio mucha importancia al percance. Estaba acostumbrado a viajar
y sabía que tales situaciones suelen presentarse. A la mañana siguiente, tomó
el primer vuelo que lo sacó de St. Louis.
Solo cuando aterrizó en Lexington se dio cuenta de la
magnitud del problema causado por el mal tiempo.
Mientras conducía desde el aeropuerto rumbo al norte,
hacia Cynthiana, empezó a ver los efectos de la lluvia torrencial que había
hecho que su vuelo fuera cancelado. Cuando supo que el río Licking, que pasaba
por Cynthiana se había desbordado, empezó a preocuparse por su tienda. Se fue
directamente hacia allá, esperando encontrarse con que todo estaba bien. La
distancia de treinta millas se le hicieron una eternidad.
Cuando finalmente llegó, encontró que toda el área
estaba inundada. A doscientos metros de su tienda, pudo ver únicamente el techo
y el letrero: PAYLESS FOOD CENTER. El resto estaba bajo agua.
Desmoralizado, se dirigió a su casa, pero ni siquiera
pudo llegar cerca.
Durante tres días vivió con su hermana en Lexington,
esperando que el nivel del agua bajara y pensando qué podría hacer. Llamó a su
agente de seguro para descubrir que las cosas se ponían peor. Tenía todos los
seguros imaginables, menos el de inundación. El seguro no le servía de nada.
Entre esto y aquello, transcurrieron cinco días hasta
que pudo entrar a la tienda. Cuando abrió las puertas, se encontró con una
devastación total.
Ahí estaba, parado en medio de quinientos mil dólares
en mercadería y bienes totalmente destruidos. La caja registradora electrónica
estaba llena de agua sucia, y una cámara frigorífica de quinientas libras donde
acostumbraba tener las bolsas de hielo, había sido alzada por el agua y lanzada
sobre uno de los mesones de la tienda. Era la clase de situaciones que hace que
cualquiera persona desee salir de allí, cerrar las puertas y no volver jamás.
«Hasta ese punto, no tenía salida», recuerda Greg. Al
darse cuenta que la tragedia había hecho fracasar su negocio, pudo haberse dado
por derrotado.
«Pude haberme declarado en bancarrota, pero rehusé
hacer eso. Fue en ese momento que recordé los principios sobre liderazgo que
había aprendido solo unos días atrás. No es lo que me suceda a mí, sino lo que
sucede en mí. No es el tamaño del problema, sino cómo manejo el problema.
Cuando caigo, tengo que levantarme. Estaba decidido a superar esa experiencia».
Se aseguró que el edificio estuviera aun
estructuralmente sólido aunque el interior no sirviera para nada. Todo lo que
había adentro hubo que retirarlo, a mano.
Fue necesario hacer veintidós viajes de camión para
limpiar completamente el interior de basura.
Fue necesario reemplazar todas las cajas registradoras.
Hasta el piso hubo que ponerlo nuevo. Greg y su personal trabajaron
incansablemente de la mañana a la noche. Después de una inversión de un millón
de dólares, la tienda pudo ser abierta nuevamente y todo ocurrió en nada menos
que en dieciséis milagrosos días.
La tienda permaneció cerrada solo veintiún días después
de la inundación.
Lo importante en la vida es no darse por vencido, sino
volver a empezar. Con Dios siempre hay un día para un nuevo comienzo. Él hace
nueva todas las cosas y nos invita a cambiar nuestra actitud.
Grita de júbilo, oh estéril, la que no ha dado a luz;
prorrumpe en gritos de júbilo y clama en alta voz, la que no ha estado de
parto; porque son más los hijos de la desolada que los hijos de la casada-dice
el SEÑOR. Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus moradas,
no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás
hacia la derecha y hacia la izquierda; tu descendencia poseerá naciones, y
poblarán ciudades desoladas. Isaías 54:1-3
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Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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