LA PARÁBOLA DEL LEGO
Fuente: Steve Klusmeyer
Renuevo de Plenitud.com
La vida pudiera ser menos
complicada si cada uno de nosotros recibiera su juego de Lego al
nacer. Sí, me doy cuenta de que habría un riesgo de asfixia para los
niños menores de tres años. Pero cuando uno es lo suficientemente viejo,
podemos aprender mucho de los Legos. He aprendido que:
Hay fortaleza en los
números; cuando los ladrillos se juntan, se pueden lograr grandes cosas.
El desastre puede ocurrir pero las piezas pueden ser juntadas de nuevo.
Cada ladrillo tiene un
propósito; algunos son hechos para un lugar específico. La mayoría encaja
en casi cualquier lugar, pero todos encajan en algún lugar.
El tiempo de juego es
importante; a veces no importa qué construimos mientras que nos divirtamos.
No importa el color; un
ladrillo azul encaja en el mismo lugar que uno rojo.
El tamaño no importa; cuando
los pisamos en la oscuridad, un ladrillo de 2 x 2 causa el mismo dolor que uno
de 2 x 8.
Ninguno es indispensable; si
un ladrillo no está disponible, otro puede tomar su lugar.
Todos los hombres Lego son
creados igual (1.5625 pulgadas de alto); lo que llegan a ser está limitado
únicamente por la imaginación.
No siempre se obtiene lo
planeado; a veces se saca algo mejor. Y si no fuese así, podemos
intentarlo de nuevo.
Pensé en cada una de estas
afirmaciones en cuanto se relaciona a la iglesia; algunas se aplican más que
otras. Por ejemplo, la unidad es un concepto bíblico; cuando los
cristianos se mantienen juntos, se pueden lograr grandes cosas.
Y es una importante verdad
bíblica que cada cristiano tiene un propósito. Como Pablo lo describe en
1 Corintios 12 usando la analogía del cuerpo humano, algunos somos ojos; otros,
manos; aún otros, pies; pero todos tenemos un propósito y rol.
Mientras que es técnicamente
cierto que “nadie es indispensable”, la enseñanza de la Escritura es que cada
uno es necesario y que el cuerpo sufre grandemente si no hacemos nuestra parte
(1 Corintios 12:20).
La mejor comparación entre
Legos y el cristianismo, sin embargo, es que somos ciertamente un edificio
forjado por la mano de Dios mismo. Y cada cristiano es una parte de ese
edificio—no uno de ladrillos de plástico—sino uno de “piedras vivas”.
“Acercándoos a él, piedra
viva, desechada ciertamente por los hombres, pero para Dios escogida y
preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa
espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables
a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pedro 2:4-5).
Recibe una
Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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