jueves, 21 de noviembre de 2013

MI DIOS ES PLENITUD

MI DIOS ES PLENITUD
Fuente: Faustino de Jesús Zamora Vargas
Congregación León de Judá
Ustedes han sido hechos completos (han alcanzado plenitud) en El, que es la cabeza sobre todo poder y autoridad. Colosenses 2:10
Me darás a conocer la senda de la vida; En Tu presencia hay plenitud de gozo; En Tu diestra hay deleites para siempre. Salmos 16:11

La historia de la redención no cesa de tropezar con la impertinencia de la idolatría del hombre. Dios no pasa por alto esos detalles, pero Él es bueno y grande en misericordia. Nada ni nadie podrá detener los propósitos del plan redentor de Dios. Sin embargo, el hombre sigue intentando buscar a Dios en las cosas creadas y no en su esencia. El mundo de hoy, regido por toda suerte de ególatras (estas son las personas llenas de vanidad personal y de afanes fantasiosos de grandeza) que se alimentan de la pacotilla irracional de los símbolos y la cursilería, es un antro de religiosidad superficial.
A la iglesia del Dios viviente, fundada sobre los cimientos de la fe en Jesús, cabeza de ella y único Señor y redentor, le compete hoy pregonar más que nunca el concepto de la plenitud de y en Cristo, el completamiento que tenemos en nuestro Salvador. ¡Cristo es suficiente! “…nuestra suficiencia es de Dios” (2 Co 3.5).
En la iglesia de Colosas del primer siglo se habían colado las falsas doctrinas de nuevas religiones. Ya no estaban seguros de creer sólo en Cristo como salvador. Se discutía sobre los ángeles y su participación en los destinos del hombre, se habían introducido también preceptos del Antiguo Testamento y se mezclaban incoherentemente con el cristianismo naciente. La filosofía de los hombres, que sólo ofrecen respuestas parciales a las inquietudes humanas, buscaba un espacio para incluirse en el recetario religioso de los perturbados colosenses. Pablo en su carta les presenta al Cristo pleno, el regalo incomparable, Señor de todo lo visible e invisible: Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud. (Col 2.9-10).
Debemos de creerlo, nada nos completa más como seres humanos que el amor de Cristo y el Espíritu de vida en Él. Vida en Cristo significa redención, salvación, liberación. Ya nos libramos de las ligaduras que nos ataban para siempre a la condena del pecado. Sólo la sangre de Cristo bastó y continúa siendo suficiente, sólo la vida en el Espíritu lleva a la rectitud del hombre. ¿Por qué? Porque Él encarna la plenitud y “…de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia” (Juan 1.16).
No hay nada más triste que ver a hermanos de la fe buscando añadirle al cristianismo ingredientes nuevos que lo almibare o que justifique su manera de entender el evangelio. A estos hermanos debemos amar, sobre todas las cosas y orar para que Dios les revele en su Palabra esta verdad fundamental. Confieso, en el amor de Cristo, que yo anduve por esos caminos ensopados de religiosidad, pero un buen día, Cristo entró en mi templo, derribó mi mesa de cambista y me invitó a comer en la suya.
La plenitud es lo que no admite “extras”, es lo máximo. Ser llenos del Espíritu Santo es dejarnos guiar en Él y satisfacernos de su plenitud ¿Necesitamos algo más que el Espíritu Santo para caminar con Cristo? Ustedes y yo sabemos que Él es el camino, la verdad y la vida, que su plenitud infunde poder, que su evangelio no es una religión vacía, sino una relación iniciada por Él basada en nuestra fe. Pienso en el apóstol Pablo en el areópago de Atenas hablándole a los atenienses con un espíritu enardecido por la idolatría (Hechos 17:16-34), pienso en los miles de misioneros y obreros que se levantan en el mundo a favor de la extensión del Reino, pienso en los más de 12 millones de niños menores de 5 años que mueren anualmente en el mundo por la falta de pan y que no tendrán la oportunidad de conocer a Jesús debido a la desigualdad originada también en la idolatría moderna: el dinero, la riqueza y otros dioses. Alabo al Señor eterno, misericordioso, surtidor de la gracia, el que nos completa en Cristo para su gloria, el que lo llena todo en todo.
Lectura sugerida: Salmo 115
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”


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