MI CASA YA NO ES MI HOGAR
Fuente: Shirley
Chambi
Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
La mayoría
de adolescentes se quejan diciendo ¡Mi casa es un infierno!
En lugar de encontrar un lugar de descanso y paz muchas
veces solo encuentran un ambiente pesado, cargado de peleas y riñas por lo cual
prefieren evitar pasar tiempo en sus casas. Algunos en busca de un lugar de
pertenencia, se unen a grupos urbanos, gangas, pandillas, que lo que hacen para
captarlos es venderle la idea errónea de que esa es su familia.
Lo mismo sucede con los padres, cuando al
fin llegan de su trabajo luego de una agotadora jornada, buscando algo de paz,
a menudo solo se encuentran con una esposa que lo recibe con quejas y con una
interminable lista de problemas que se han suscitado durante el día.
Se ha demostrado que muchos niños con problemas de
aprendizaje, su dificultad no tiene que ver con una carencia intelectual, sino
que el problema radica en el hogar. Al no haber una ambiente de amor y
armonía, se sienten inseguros y lo terminan reflejando en un bajo rendimiento
en sus estudios.
También se han hecho investigaciones para observar
de qué manera los niños enfrentan sus conflictos. Llamativamente encontraron una
característica común en todos aquellos que habían pasado satisfactoriamente
esta prueba, todos venían de buenas familias.
Esta conclusión no nos sorprende ya que familia es
nuestro lugar de protección y cuando es estable, automáticamente nos
sentiremos seguros para enfrentar cualquier conflicto y así se crea un ambiente
favorable para el desarrollo de nuestras habilidades. Por lo tanto, es
importante que te preguntes: ¿Se respira paz y amor en mi casa? ¿Cuál es mi
aporte a este ambiente?
¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los
hermanos juntos en armonía! Salmos 133:1
Lo dicho para la familia, aplica también a otros ámbitos
en los cuales nos desenvolvemos, el trabajo, la iglesia, un club, donde a veces
se siente un ambiente pesado difícil de soportar. Esto sucede porque hay
enojos, murmuraciones, chismes, envidia, celos…
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano,
es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede
amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El
que ama a Dios, ame también a su hermano. 1 Juan 4:20-21
Si no amas a tu hermano y no sabes perdonar, entonces
mientes cuando dices que amas a Dios. Ésta declaración no es mía, es palabra de
Dios. Por tanto, cuando sientas ganas de enojarte, de criticar o murmurar etc.
¡no lo hagas! Recuerda que todo esto, aunque parezca inofensivo, afectará
gravemente el ambiente en el cual te desenvuelves.
Todos somos responsables, de buscar un clima de armonía,
paz y felicidad, comenzando por tu casa, pero también en tu iglesia y
trabajo.
¡Comienza a hacer algo distinto para mejor el ambiente
de tu hogar, da el primer paso, quizás un gesto tuyo sea imitado por otros que
también estarán felices de contribuir a una mejor convivencia! La meta
debe ser que cada persona que visite tu casa o tu iglesia, pueda percibir no
solo el amor a Dios, sino también a nuestros semejantes.
¡No seas parte del problema, sé parte de la solución!
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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