"NO TENGA
TU CORAZÓN ENVIDIA DE LOS PECADORES, ANTES PERSEVERA EN EL TEMOR DE JEHOVÁ TODO
EL TIEMPO; PORQUE CIERTAMENTE HAY FIN, Y TU ESPERANZA NO SERÁ CORTADA."
Proverbios 23: 17,
18.
Fuente: Charles H. Spurgeon
Fuente: Charles H. Spurgeon
La Chequera del
Banco de la Fe. Traducción de Allan Román.
Cuando vemos prosperar a los malvados, somos propensos a envidiarlos. Cuando oímos el ruido de su júbilo, y nuestro propio espíritu está decaído, casi llegamos a pensar que ellos se llevan la mejor parte.
Esto es insensato y pecaminoso.
Si los conociésemos mejor, y especialmente si recordáramos su fin, les
tendríamos lástima.
El remedio para la envidia
radica en una vida bajo un constante sentido de la presencia divina, adorando a
Dios y teniendo comunión con Él a lo largo de todo el día, independientemente
de cuán largo parezca el día.
La verdadera religión levanta al
alma a una región más elevada, donde el juicio se torna más claro y los deseos
son más elevados. Entre más porción de cielo haya en nuestras vidas, menos
porción de la tierra ambicionaremos.
El temor de Dios echa fuera la
envidia de los hombres.
El golpe mortal para la envidia es una calmada consideración del futuro. La riqueza y la gloria de los impíos son un vano espectáculo.
Esa apariencia pomposa destella
durante una hora, y luego se extingue. ¿En qué estará mejor el próspero pecador
por su prosperidad cuando le sobrevenga el juicio?
En cuanto al hombre piadoso, su
fin es paz y bienaventuranza y nadie podría robarle su gozo; por tanto, el
hombre piadoso ha de renunciar a la envidia, y ha de llenarse de dulce
contentamiento.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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