DURMIENDO ENTE LEONES
Fuente: Ana María Frege Issa
Este
artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
Puede ser
que nos hayamos esforzado, que hiciéramos todo bien, que guardemos los
mandamientos, sirvamos a nuestro prójimo, realicemos nuestro trabajo con
diligencia, seamos las mejores personas que podríamos ser; nos podemos
equivocar pero pedimos perdón, restituimos el mal hecho y seguimos
adelante, procurando no volver a cometer los mismos errores. Sin embargo,
sin importar lo buenos que podemos ser, existen momentos en los que nos
toca dormir en medio de leones, no porque hayamos hecho algo malo, sino por una
injusticia, por la envidia, las calumnias o los celos de los demás.
Daniel era
un hombre capaz, fiel, honrado, responsable, confiable, sin faltas. Fue elegido
como uno de los tres administradores del reino de Babilonia. Sus
características y vida intachable no eran del agrado de los otros
supervisores, y por mucho que buscaban no encontraban nada de qué
acusarlo. Por lo que hicieron que el rey firmara un decreto por el que
todo aquel que orara, dentro de un periodo de treinta días, fuera
arrojado al foso de los leones.
Cuando
Daniel escuchó la noticia fue a su casa a orar y no lo hizo de escondidas, sino
que con las ventanas abiertas, como de costumbre, oraba tres veces al día.
Viendo esto,
los funcionarios fueron ante el rey y le recordaron el decreto que había
firmado y por más que el soberano buscó cómo salvar a Daniel no encontró una
salida. Así que mandaron a apresar a Daniel y que lo arrojaran al foso de los
leones y el rey le dijo: “Que tu Dios, a quien sirves tan fielmente, te
rescate”. Luego, el rey regresó al palacio y pasó toda la noche en ayuno,
rechazó sus entretenimientos habituales y no pudo dormir toda la noche. Al día
siguiente, muy temprano, el rey fue rápidamente al foso de los leones y gritó:
“¡Daniel, siervo del Dios viviente! ¿Pudo tu Dios, a quien sirves tan
fielmente, rescatarte de los leones?”
Para su
sorpresa, Daniel respondió: “¡Qué viva el rey! Mi Dios envió a su
ángel para cerrarles la boca a los leones, a fin de que no me hicieran daño,
porque fui declarado inocente ante Dios y no he hecho nada malo en contra de
usted, su Majestad”.
Lo mismo sucede
en nuestras vidas, familiares, amigos e incluso jefes, pueden tratar de
salvarnos de la trampa en la que caímos pero hay momentos en los que debemos
depender de Dios totalmente y pasar una noche en el foso de los leones.
Recuerda que
sin importar cuántos leones te están rodeando, lo feroces que luzcan o si tu
noche parece eterna, Dios siempre mandará un ángel para que cierre la boca de
los leones y cuando amanezca, te sacará de ese foso sano y salvo. Y no sólo
eso, sino que tu vida será un ejemplo vivo de la fidelidad, la misericordia y
el amor de Dios, prosperarás aún más y verás cómo Dios hace justicia a tu
favor.
“Pues
el Señor es justo y ama la justicia; los íntegros verán su
rostro”. Salmos 11:7
A veces con
la desesperación y la angustia por nuestra situación, pensamos que Dios nos ha
olvidado y que es injusto, pero Él permite que pasemos estas pruebas porque
tiene un propósito para nuestras vidas y su justicia siempre prevalece.
Dios puede
permitir que duermas entre leones, pero nunca permitirá que te hagan un sólo
rasguño.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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