EL
VALOR DE LA PACIENCIA
Fuente: Milagros García Klibansky
Congregación León de Judá
Así que ni el que planta ni el
que riega es algo, sino Dios, que da el crecimiento. 1
Corintios 3:7
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Ten piedad de nosotros, oh
SEÑOR, ten piedad de nosotros, porque ya no soportamos el desprecio. Salmos
123:3
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Hace poco, una nueva
creyente me preguntaba con gran preocupación, ¿Por qué su vida se había vuelto
un caos familiar si ella había aceptado a Jesús como Señor y Salvador de su
vida? La razón es que el resto de su familia no es creyente y cada decisión tomada
por algún miembro de una familia, tiene repercusiones en el resto de la misma.
Estas repercusiones no siempre tienen que ser negativas, no obstante, pueden
generar en alguna medida, ansiedad, irritabilidad o desconfianza en algunos de
sus miembros.
El temor a lo
desconocido o a lo conocido de forma distorsionada, hace que el ser humano
rechace situaciones que no se siente capaz de manejar por la falta de
experiencias previas y los cambios que experimenta una persona que permite que
Dios entre en su vida, siempre provocan temor en quienes le rodean. A esto se
suma que la pasión que esto genera es tal que deseamos que todo el mundo sienta
lo mismo, pero debemos tener en cuenta que nuestra familia no ha tomado la
misma decisión.
La primera impresión
que las personas reciben respecto al cristianismo es la de nosotros, si somos
muy insistentes podemos agredir de alguna forma a los que aún no están
preparados para recibir el evangelio y hasta provocar el total rechazo hacia
Dios, incluso la misma persona que recién ha comenzado una vida en Cristo,
puede desanimarse al ver que otros no la siguen.
Es bueno entender que
Dios tiene un trato personal con cada sujeto y un tiempo para cada cosa, no
está en nuestras manos decidir por Él. Presionar a alguien para que acepte a
Cristo es correr el riesgo de que lo haga dejándose llevar por sus emociones y
no por una verdadera convicción. Cada persona debe tener una experiencia
personal con Cristo; no obligue a que los demás vivan la suya.
El nuevo creyente debe trabajar en la relación con
Dios de forma que esta se fortalezca y madure espiritualmente. La lectura
diaria de la biblia y la oración permitirá ejercitar la paciencia, el amor, el
dominio propio, la fe y transmitirá a los demás la paz de Dios. Ore pidiendo a
Dios que prepare el corazón de quienes le rodean para recibirlo. Recuerde que
solo Él es quien hace la obra en el ser humano a través del Espíritu Santo.
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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