EL MATRIMONIO CRISTIANO EN CRISIS
Fuente: Samuel y Cari Clark
Losnavegantes.net
Queridos
hermanos casados:
Entre
más viejo me pongo, más veo la falsedad de una creencia tan común entre los
cristianos: "Si me caso con un cristiano no voy a tener problemas y nunca
se destruirá mi matrimonio." Cuántos de mis amigos pensaban esto hace 20 ó
30 años, y hoy están en crisis matrimonial o ya separados o divorciados. Aunque
vieron algunas señales de problemas se calmaron con "Pero mi cónyuge es un
cristiano". ¿Qué pasó? Algo tremendo ha sucedido en los últimos 50 años
que ha abierto las puertas al diablo en el hogar cristiano. El resultado es que
ahora casi no hay diferencia en la tasa de divorcios entre cristianos y entre
los no cristianos. Me refiero a los que se dicen cristianos y practican su fe,
no a los cristianos culturales que ni creen en Dios, Cristo, la Biblia o la
vida eterna.
Una de
las tristezas mayores de los cincuentones es que cada vez que se reúnen con
viejos amigos es necesario oír de los matrimonios fracasados entre ellos y los
otros amigos mutuos. Pero parece que no nos duele como antes. Casi lo vemos
"natural". No puede ser más "natural" dada la falta de
espiritualidad y compromiso con Dios que existe en el hogar promedio. "Natural"
significa "el hombre natural", "la carne humana", que es el
ambiente abiertamente egoísta que prevalece en muchos hogares. No podemos
producir amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y
templanza con la vida natural. Es el fruto del Espíritu Santo producido cuando
andamos en o conforme a Él y Sus enseñanzas, deseos y direcciones. Esto sólo
puede suceder cuando "el YO" está crucificado con Cristo y el nuevo
hombre espiritual anda como Cristo anduvo aquí sobre la tierra…en su hogar, con
su cónyuge, con sus hijos, con sus vecinos y compañeros.
El
divorcio tan prohibido por Cristo es separar algo que Dios ha unido. La palabra
usada en el Antiguo Testamento es "repudio". ¡Qué fea! Pero así lo ve
Dios, amigos. Es repudiar a aquel cónyuge a quien amábamos locamente y a quien
prometimos delante de ministros de la Iglesia, el Gobierno y otros testigos que
íbamos a amar "hasta que la muerte nos separa". Se cree que es mejor
terminar con algo que es moribundo o que ya se murió, aquel amor del principio.
Dios manda algo mejor: "Recuerda, por tanto, de dónde has caído y
arrepiéntete, y haz las obras que hiciste al principio…" (Ap. 2:5). Es una
receta divina para matrimonios en problemas y peligro.
Recordar
aquellos años es muy saludable. Las cosas buenas que vimos en el noviazgo, el
compromiso y los primeros años del matrimonio. Buenas costumbres que nos unían
y que disfrutábamos tanto. Pequeños detalles que sorprendían y daban felicidad.
Los buenos tiempos con Dios, juntos en la devoción a Él. Grandes obras del
Señor que experimentamos juntos. La ayuda mutua y el apoyo en todo. Las
reconciliaciones ricas y el gozo que vino. Cuando se olvidan estas cosas
estamos negando algo real y poderoso que experimentábamos como si nunca
sucedieran. Lo vemos todo negro, negativo, triste, dañino y feo. No fue así.
Hay que recordarlo, dar gracias a Dios por ello y recobrarlo.
Arrepentimiento
es un cambio total de lo que estamos planeando, haciendo o hemos hecho. Es
reconocer que estamos/estábamos equivocados y cambiar la dirección, del sur a
norte, o del oeste al este, 180°. No queda nada igual en el campo de las
acciones. En la memoria, sí quedan cosas si no estamos dispuestos a perdonar
como hemos sido perdonados por Dios. Remordimiento no es arrepentimiento. Si no
hay un cambio que pone un paro total a las cosas malas que hacemos/hicimos, no
es arrepentimiento verdadero. Por eso se requiere un reconocimiento, una
confesión de las faltas para no continuar haciéndolas. (¡Qué buenos somos para
notar las faltas de otros pero no las propias!) No puede haber un arreglo si no
hay un cambio. Sólo ir á de mal en peor.
Hacer
las primeras obras es tomar las decisiones difíciles de volver a buscar hacer
feliz a otro en vez de querer, demandar y buscar nuestra propia felicidad.
Amigos, esto es lo que se pierde tan fácil y rápidamente en un matrimonio.
Durante la luna de miel, a veces. Antes era el propósito hacer feliz a aquella
persona que amábamos. Luego algo pasó y empezábamos a quejarnos de las cosas
que no nos hacían felices. Cuando el enfoque cambia del amor que busca el bien
de otro al egoísmo que busca nuestro bien, estamos en problemas. Tal vez la
relación aguante un tiempo pero tarde o temprano esa actitud egoísta destruirá
el amor. Amor exigido no es amor. Es sólo una carga pesada que irrita más cada
día. Lo "natural" en ese caso es todo lo contrario de la voluntad y
plan de Dios, es hacer infeliz al otro. Ya que nos hace infelices empezamos a
asegurar que el otro se sienta triste, irritado, mal, ojalá
"culpable" también, ¿no? Luego, como no sirve esta situación y hay
problemas, las grietas aparecen y se extienden, y se tambalea la casa que
construimos sobre la arena.
Hacer
las primeras cosas, entonces, es volver a amar, a hacer feliz a nuestro
cónyuge. Es el secreto de ser feliz: tener un cónyuge feliz por lo que estamos
haciendo. Cada día nos presenta con muchas oportunidades de hacer feliz al
cónyuge. La mayoría de estas acciones no cuesta mucho dinero, sólo tiempo y
esfuerzo, humildad y buena voluntad, perdón y cuentas nuevas. Un regalo bonito
no es mala idea tampoco pero si no va acompañado por sonrisas, toques
cariñosos, palabras dulces y miradas amables, no ayudará, por caro que sea,
ningún regalo.
Tengo
que añadir otro punto aquí que no está en la receta de Apocalipsis 2:5. La
unión verdadera de un matrimonio es espiritual. Buscando al Señor juntos en la
lectura y oración regularmente es lo que empieza la soldadura de todos los
soportes rotos. Claro, es bueno hacer esto con otras parejas también, pero si
no es un ingrediente de nuestra relación de pareja, no vamos a tener éxito por
mucho tiempo.
Tal
vez tu matrimonio no está en crisis pero estos pensamientos te pueden animar a
buscar una relación más fuerte con una discusión franca con tu pareja. Escucha
y sé sabio para atender las necesidades rápidamente. Si tu matrimonio tiene
problemas, tomen tiempo para repasar estas sugerencias y buscar ahora mismo la
ayuda de Dios. Busca consejos de otro matrimonio. Una relación mala descuidada
es como una infección que va a crecer. No te rindas. ¡Manos a la obra!
Recibe una Bendición y un Saludo de Tú Amigo
Dios Oye.
Centro Cristiano “Cristo es la Puerta”
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